El Correo de Burgos

Fallece el pintor Luis Sáez a los 84 años

La ciudad lamenta la pérdida del artista que supo encontrar un universo propio

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Burgos

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El arte fue su vida. Y lo fue hasta el final. Hace un año Luis Sáez cedía al Museo de Burgos su legado, más de quinientas obras, sus bocetos, sus documentos, sus fotografías..., pero no su paleta. Él quería seguir trabajando, quería continuar construyendo el particular universo que le convirtió en referente de la pintura española. Y lo hizo hasta ayer. Luis Sáez fallecía en la capital burgalesa a los 84 años de edad. Con su muerte desaparece una generación de artistas.

La noticia de su pérdida sorprendió en el ámbito cultural de la ciudad. Autoridades y colegas se sumaron al dolor de la familia, trasladaron el pésame a sus hijos, Victoria, Concha, Luis y Javier, y coincidieron en destacar la generosidad del pintor al donar su producción a la tierra que le vio nacer en el año 1925 y que ha sabido valorar su aportación a la historia del arte. Lo ha hecho con una serie de reconocimientos que culminaron en el año 1991 con la entrega del Premio Castilla y León de las Artes.

 En ese momento el jurado le ensalzó como dibujante impecable y colorista exquisito: «Frente al tópico de una Castilla parda y áspera, el pintor es atípico en el uso de un colorido brillante y saturado y en el logro de una sutiles calidades de materia que, en una primera aproximación de su obra, parecerían velar la inquietud y el misterio agresivo que subyace siempre en ella».

Estas palabras resumían una trayectoria que arrancó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando cuando Luis Sáez apenas tenía veinte años. Inició entonces un camino que le guiaría a coquetear con distintos estilos artísticos. Brujuleó por la abstracción a comienzos de los sesenta, por el cubismo, el realismo figurativo regado de surrealismo conceptual... y viajó con su obra por todo el mundo. Desde Caracas a Tokio pasando por Venecia, Munich, Nueva York... Fueron estancias temporales porque él siempre volvió a Burgos. Aquí se quedó. Y tal vez por eso careció de la proyección exterior que sí hubiera tenido de haberse instalado en las grandes capitales.

Su decisión de ser un pintor de provincias no impidió que desarrollara una importante labor para acercar a los grandes artistas hasta la ciudad del Arlanzón. Lo hizo con la organización de importantes exposiciones y encuentros de figuras del arte nacional que en los años sesenta y setenta se reunían en la galería Mainel, tornada en punto de referencia cultural. Intervino en numerosas iniciativas como la edición de la revista Artesa. Un dibujo suyo ilustró los cinco primeros números de esta publicación que colocó a Burgos en el mapa de la vanguardia poética española. Es sólo un ejemplo de muchos.

Un espíritu emprendedor y valiente que mantuvo a lo largo de su vida, aunque en los últimos años su presencia social se redujo, y que continuará presente a través de las obras custodiadas en importantes centros de toda España.

Su familia y sus amigos le despedirán hoy en el Tanatorio de San José a partir de las seis de la tarde. 

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