La expansión del carril bici multiplica los puntos negros en Burgos
El mal diseño de trazados, el deficiente estado de conservación de tramos y los problemas de conexión entre vías constituyen un «peligro diario»

Dos jóvenes, en la avenida Cantabria, esperando a cruzar por un paso ciclista.
Hace casi ocho años, la asociación Burgos Con Bici detectó una treintena de puntos negros en la ciudad. Desde entonces, el número de carriles para implementar la movilidad sostenible no ha dejado de crecer. Y tampoco las zonas conflictivas que entrañan un «peligro diario» para ciclistas y peatones. Varias son las causas que ayudan a explicar este fenómeno, aunque resulta evidente que este incremento exponencial obedece, sobre todo, a la inacción municipal a la hora de mantener las vías y un alto grado de desconocimiento en materia de diseño de trazados.
Un demoledor informe de Burgos Con Bici, previo mapeo de todo el término municipal, constata la existencia de al menos 59 puntos negros en la actualidad. Prácticamente el doble. Eso sin contar la «deficiente señalización» en las pasarelas y calles peatonalizadas ciclables o la nula interconexión de vías. Así las cosas, la asociación ya ha remitido su estudio a la alcaldesa, Cristina Ayala, con copia a las concejalías de Movilidad, Tráfico e Infraestructuras y a la Policía Local para que «tengan en cuenta las consideraciones y necesidades de mejora que precisa la seguridad de la movilidad ciclista en la ciudad».
El mapa elaborado por el colectivo, disponible en Google Maps, recoge 17 iconos de color negro que reflejan errores flagrantes en materia de diseño de los trazados. En muchos casos, como los de los carriles de la calle de la Cruz Roja, avenida de la Paz o Juan Ramón Jiménez, porque la anchura de las aceras ciclistas es claramente «insuficiente». Por no hablar de la «escasa señalización» en el paseo Sierra de Atapuerca, junto al Museo de la Evolución Humana (MEH), donde «los viandantes no advierten que se encuentran sobre la vía ciclista».
Tampoco se debieron tener en cuenta al diseñar determinados tramos las «esquinas sin visibilidad», que irremediablemente generan «choques entre ciclistas y atropellos de peatones». Sin duda, los puntos más conflictivos se ubican entre las calles de San Roque y Vitoria junto al acuartelamiento Diego Porcelos, entre la carretera de Poza y López Rodó o a escasos metros de la glorieta Bilbao, en uno de los accesos al parque de El Parchís al comienzo de la avenida de Castilla y León.

Burgos
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Mención aparte merecen las rotondas que conectan la avenida de Castilla y León con la de Islas Canarias o la de la calle Farmacéutico Obdulio Fernández con San Roque. No son los únicas, pero sí los «ejemplos más flagrantes» en los que «la pista o acera bici evita el recorrido más corto» y, por lo tanto, aumenta «el número de veces que (el ciclista) tiene que cruzar sobre la calzada».
Una peligrosidad «totalmente gratuita», según denuncia Burgos Con Bici, como la falta de seguridad en tramos habitualmente invadidos por turismos o furgonetas como en la calle Cascajera, frente a las piscinas de El Plantío, la avenida de la Paz o el ramal de la calle Murcia. A veces, también, los ciclistas y usuarios de vehículos de movilidad personal (VMP) se ven obligados a sortear obstáculos, ya sean jardineras en la calle Venezuela o farolas en Averroes.
«Muchos coches no respetan la prioridad de peatones y ciclistas»
Los pasos ciclistas también se sitúan en el ojo del huracán por su peligrosidad en al menos 37 puntos que, en el mapa, aparecen en rojo. Y aunque la asociación registró en abril de 2024 una solicitud al Ayuntamiento reclamando «medidas de mejora de la seguridad», poco o nada se ha hecho al respecto a tenor de los resultados que arroja el informe.
Preocupan especialmente los pasos con vías rápidas, sobre todo aquellos «no semaforizados», en avenidas como las de Castilla y León e Islas Canarias o el Camino Casa la Vega, donde «el tráfico motorizado circula con frecuencia a más de 50 kilómetros por hora». Por otro lado, Burgos Con Bici considera «potencialmente peligroso» el paso entre la avenida de Cantabria y la calle Batalla de Villalar. En este caso, quienes más se la juegan son los ciclistas que vienen de la glorieta de Bilbao porque «son menos visibles para los coches que giran».
Luego están los pasos cercanos a curvas de vías ciclistas -entre ellos, el del puente de Castilla y el de Esteban Sáez de Alvarado-, varios con semáforos en ámbar -casi todos concentrados en la zona centro- que aumentan el riesgo de accidentes porque «muchos coches no respetan la prioridad de peatones y ciclistas» y algún que otro con obstáculos (vehículos aparcados) que «dificultan la visibilidad» en la glorieta de San Roque y Obdulio Fernández junto al Alcampo o en la avenida de Castilla y León a la altura de Severo Ochoa.
Al margen de esta serie de deficiencias, el colectivo burgalés demanda pasos «en todos los cruces de vía ciclistas con calzadas». Con señales tanto horizontales como verticales y, en caso de ser necesario, habilitando «rebajes de bordillo». A día de hoy, existen al menos una decena de calles que todavía carecen de estas marcas sobre la calzada.
Se cierra el apartado de puntos negros con cinco iconos de color azul sobre el mapa que reflejan el mal estado de conservación de carriles en los que «el ciclista intenta esquivar el desnivel o escalón existente en el pavimento», así como «los charcos de agua provocados por el deficiente drenaje de la vía ciclista».
Desperfectos hay muchos, pero los «más graves» se concentran en la avenida de Castilla y León a su paso por el Alcampo, el parque lineal del Vena, el Espoloncillo, la calle Vitoria entre Esteban Sáez de Alvarado y Alcalde Martín Cobos y la avenida de Villalonquéjar. Casi siempre debido al levantamiento del firme por raíces o por la acumulación de charcos en épocas de lluvia.
Si esto fuese un examen, el Ayuntamiento capitalino también suspendería en señalización. Con un «muy deficiente», a juicio de Burgos Con Bici, tomando como referencia el anexo IV de la actual Ordenanza de Movilidad Sostenible. Pero más allá de las carencias, la asociación solicita además una modificación de la normativa para que una decena de enclaves peatonales sean ciclables con el fin de garantizar su «conexión con el resto de la malla de la red ciclista urbana».
Precisamente, la «mayor deficiencia estructural y de diseño» obedece a los problemas de interconexión de la red ciclista burgalesa, de ahí que sus usuarios pierdan «calidad y fluidez» a la hora de moverse por la ciudad. «Le falta eso: conexión, trama, sensación de red de interconectividad», sentencia el colectivo, a través de su informe, aludiendo a la «conexión norte-sur de las vías ciclistas a ambos lados del río Arlanzón» o «los barrios de Cortes y Villatoro».
Por último, la asociación pone el foco sobre la «elevada densidad» de vehículos a motor y la velocidad a la que circulan en aquellas calzadas que carecen de vías ciclistas específicas. En Gamonal, por ejemplo, figuran la calles de Vitoria, Juan Ramón Jiménez y Santiago o las avenidas de la Constitución y Derechos Humanos. Asimismo, también se alerta de esta problemática en la calle Madrid, el entorno del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) y las conexiones desde el casco urbano con el polígono de Villalonquéjar.
A expensas de que el Ayuntamiento dé respuesta (o no) a los requerimientos y conclusiones recogidas en este informe, Burgos Con Bici reivindica el «mantenimiento, señalización y conectividad de las vías ciclistas». De esta forma, será posible eliminar progresivamente todos esos puntos negros que, en su opinión, denotan «la falta de respeto hacia el más débil y la prepotencia de la cultura del motor».