Un muro contra el abuso y el abandono
Los agentes del Seprona de la Guardia Civil realizan un trabajo constante contra el maltrato de los animales. La persecución de la caza furtiva, uno de los grandes retos

Imagen de un perro rescatado por los agentes del Seprona.
El maltrato animal, así como la desatención a los animales, siguen existiendo, pero son comportamientos que aunque aparecen de vez en cuando en los medios de comunicación ya no son tan frecuentes como lo eran hace años. La normativa y la concienciación social sobre el trato a los animales han avanzado considerablemente. Y hay una tercera pata que sostiene este paso adelante, en el caso de la provincia de Burgos, el trabajo que realizan los agentes del Seprona de la Comandancia de la Guardia Civil.
Una labor, en el caso del maltrato animal, que se realiza en dos ámbitos, con los animales de compañía y con los animales de producción, según explica el teniente responsable del Seprona, Alberto Colinas. El trabajo que se realiza en las explotaciones deja constancia de que «hay más control». Las inspecciones se suelen realizar de forma coordinada con los servicios veterinarios de la Junta. Hay ocasiones en las que «se detecta que a lo mejor los animales no están bien cuidados», y en ocasiones también es una línea fina la que separa el descuido con el maltrato.
En el caso de los animales de compañía, las actuaciones pueden ser por avisos ciudadanos, así como por servicios preventivos del Seprona. En estos casos, aunque la ley fija claramente qué es un animal mal cuidado, «al final no deja de haber una parte subjetiva de cómo entendemos cada uno lo que es cuidar bien a un animal de compañía sobre todo». A los animales de compañía «ahora se les considera como parte de la familia». Y con los animales de producción «pasa un poco igual». Se puede ver en granjas de gallinas ponedoras de los llamados huevos ecológicos o en explotaciones de porcino, con «normas que marcan unos tamaños mínimos de los recintos donde tienen que estar los animales». No obstante, las intervenciones del Seprona por casos de maltrato animal se suceden cada año.
Así, en los últimos cuatro años ha habido diferentes intervenciones de los agentes de este servicio de la Guardia Civil. Este año, por ejemplo, se investigó a dos personas por maltratar a un caballo losino que tenía una fractura abierta en una pata y que finalmente tuvo que ser sacrificado por la gravedad de la herida.
Ha habido intervenciones por dos cabras muertas por falta de alimentos, así como la muerte de un burro «al que no se le estaban dando los cuidados necesarios y acabó muriendo». O, también este año, por tener a cinco perros en el interior de la caja de un camión, abandonados con gran cantidad de excrementos acumulados. En el año 2023 se intervino en una explotación ganadera ovina donde se detectaron graves deficiencias.
En este punto el teniente del Seprona menciona dos casos muy mediáticos, los de las granjas de cerdos de Quintanilla del Coco y Araúzo de Torre. «Nosotros no pudimos determinar que hubiera un maltrato», explica. Ambas denuncias llegaron a la Fiscalía a través de la asociación ‘Observatorio de Bienestar Animal’ tras denunciar en los juzgados de Lerma y Salas de los Infantes y después de haber enviado a los medios de comunicación imágenes y vídeos que mostraban el estado de los animales. Sin embargo, tal y como se recoge en la última memoria de la Fiscalía de Burgos, el Ministerio Fiscal solicitó el sobreseimiento por considerar que las imágenes se habían obtenido de forma clandestina, grabaciones que estaban «editadas y cortadas», según la memoria de la Fiscalía. Por ello, desde el Seprona se pide que «se nos informe de lo que pasa y que nosotros hagamos nuestra investigación con las garantías que tiene que tener».
La aparición de grandes granjas ha permitido un mejor control del cumplimiento de la normativa, ya que en gran medida surten a grandes empresas, donde hay una gran preocupación por la calidad y por la imagen que transmiten, más cuando hay una mayor concienciación de los consumidores. De hecho, muchas veces realizan auditorías internas a la explotaciones, que también velan por que los animales estén en las mejores condiciones para reducir el riesgo de epidemias y enfermedades.
El abandono de animales domésticos se ha reducido mucho, ya «no es como antes», porque cuando «alguien se hace cargo de un animal de compañía, creo que está más concienciado», a lo que se suma que hay una serie de requisitos, como la vacunación y que esté microchipado, que hacen que haya una mayor responsabilidad. Además, la gran mayoría de los ayuntamientos de la provincia están acogidos a un convenio con la Diputación de Burgos para la acogida de estos animales, en caso de abandono.
Caza furtiva
Otro de los retos a los que se enfrentan los agentes del Seprona es la caza furtiva, contra la que «trabajamos de forma coordinada con los agentes medioambientales». La lucha contra el furtivismo es complicado en una provincia tan extensa, ya que es «muy difícil controlar toda la provincia», y en muchos casos los furtivos actúan de noche. No obstante, «la labor preventiva funciona», además de que los gestores de los cotos y los cazadores que cazan en esos cotos «son los primeros que lo que cumplen la norma y los primeros interesados en vigilar su propia caza».

Trofeos de caza furtiva recuperados.
No hay un patrón establecido, aunque en muchos casos se trata de un cazador que viene de fuera, pero «necesita a alguien en la zona que es el que indique dónde está el trofeo». Luego también hay casos en los que se tiene la sospecha de que son cazadores locales. Es una actividad ilegal vinculada a las temporadas de caza, con una especial incidencia entre quienes buscan trofeos -cabezas, cuernos-, que en el caso de la provincia suelen ser los de corzos.