Nuevo final de infarto con prórroga y victoria coral en Valladolid para un Tizona de nervios de acero

El Grupo Ureta Tizona Burgos se llevó en Valladolid uno de los triunfos más míticos (97-104) que se recuerdan en su historia tras volver a ir a una prórroga, la segunda en una semana, y dar la vuelta al marcador a un partido que parecía que tenía perdido en el último cuarto. Los de Camps se sobrepusieron a las importantes ausencias de Jones y Alonso, al exceso de faltas personales, y tras cinco minutos de esfuerzo y de sacrificio superaron en el tiempo añadido a un Real Valladolid que se llevó un golpe moral tras ver cómo dos pérdidas absurdas de balón le impedía ganar al final del tiempo reglamentario.

Partidazo de Jordi Rodríguez, el niño prodigio, que se graduó en Pisuerga, tras un tiempo extra donde se demostró madurez y sobre todo un equipo coral con Caio (26 puntos) y Keita (15). 19 puntos que dejaron noqueado al rival.

El primer cuarto fue de los primeros que se han visto esta temporada para el conjunto burgalés. Un 3-6 tras tres minutos jugados que fue un espejismo porque a partir de ese momento no salió nada. Poca profundidad en las acciones, errores en los lanzamientos exteriores, defensa floja y un gran acierto desde la línea de 6,75 para los vallisoletanos provocó que el marcador estuviera nueve puntos abajo (19-10, minuto 8). Salva Camps tuvo que pedir un tiempo muerto porque nada estaba saliendo como lo deseado.

Las dos faltas de Abdou Thiam hacían daño y el juego interior se resentía ante unos colegiados que empezaban a poner el listón muy bajo. Por su parte, el Real Valladolid, sin hacer nada del otro mundo, se apoyaba en un juego en equipo para sacar los colores al cuadro rival. Un intercambio de canastas al final permitió reducir la ventaja hasta los 6 puntos con Caio Pacheco como hombre más acertado.

Por el contrario, el segundo cuarto fue de lo mejor. Camps supo ver los fallos del Real Valladolid, pero sobre todo evitar las pérdidas de balón para darle la vuelta al marcador y lo hizo con grandeza. El parcial de 16-34 lo dice todo. El punto de intensidad de Tizona sirvió para comenzar a desarbolar al rival y demostrar la diferencia que hay en la clasificación.

Este cuarto desesperó a un Real Valladolid que estuvo fuera del partido y provocó dos técnicas (Torres y al entrenador Iñaki Martín) justo antes del descanso. Punto a punto, los burgaleses lograron irse al vestuario con 12 puntos arriba. Algo que era impensable tras lo visto en el primero. La entrada al campo de Keita (Thiam hizo la tercera) sirvió para darle aire al equipo. Además, ya mucho más inspirados Caio y, sobre todo, la perla Jordi Rodríguez (metió todo lo que intentó), tiraron del equipo para apaciguar las aguas revueltas del primer cuarto. La buena noticia fueron los minutos de los que dispuso el capitán Ayoze Alonso tras su lesión.

Tras el tiempo de descanso, las cosas siguieron por los mismos derroteros. Es cierto que Vucetic y Kovacevic, con un 2+1, hicieron un 5-0 inquietante, pero que rápidamente Jordi Rodriguez, que seguía tocado por la varita mágica, anotó dos canastas consecutivas. Fueron unos minutos de buen baloncesto incluso divertido en Pisuerga, donde los burgaleses encontraban los fallos defensivos de los pucelanos para anotar canastas fáciles. El único ‘pero’ eran las faltas personales que acumulaban ante unos colegidos que no permitían muchos los contactos en especial en los ataques. Se llegó al bonus con cinco minutos por jugar. Sin embargo, los 11 puntos (47-58) eran un buen colchón.

Sin embargo, las rotaciones y momentos de duda en el cuadro de Camps jugó una mala pasada con un parcial encajado de 6-0 que provocó que el técnico lo tuviera que parar con un tiempo muerto. Iñaki Martín mandaba mover el balón con más rapidez buscando el cansancio acumulado y dio premio. En un partido loco, el pívot Wilson se convertía en el amo de la bombilla y hacia daño ante un Thiam desaparecido. Así, el Real Valladolid Baloncesto dio la vuelta al marcador 65-64 (minuto 28). Finalmente, 68-69 tras un parcial de 31-20, demostrando que otra vez la defensa había estado muy floja.

La noria que se había convertido el choque siguió en este último cuarto. Con un Real Valladolid que a base de arreones y de confianza se vino arriba a base de tres. Dos de Demers, que emergió en la recta final, y otro de Puidet dejaron ojiplático a Camps que tuvo que pararlo con tiempo muerto (79-73 minuto 33).

El Real Valladolid jugó bien los últimos minutos con posesiones largas ante un Burgos con prisas por recuperar el terreno perdido, y que pese a la quinta de Thiam, estuvo a un paso de ganar gracias a los triples de Jordi Rodríguez. Con 82-81, Seoane lo tuvo con un triple, cuando lo más fácil hubiera sido buscar la de dos. Wilson parecía sentenciar con dos tiros libres, pero dos errores infantiles con dos pérdidas permitieron a Burgos forzar la prórroga, en la que fueron superiores a su rival.