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DOLORES CALLEJA Concejal de Licencias del Ayuntamiento y presidente de la Sociedad de Aguas

«Sin agua y sin depuración no hay futuro económico y, por tanto, no hay ciudad»

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Burgos

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J. MAIQUES / Burgos

Tiene un curriculum envidiable. Es abogado, secretario interventor de la Administración Local con habilitación nacional y técnico urbanista. Así, sin cambiar el género a las palabras. Como a ella le gusta. Ha tenido que desempeñar su vida profesional en un mundo copado por hombres hasta hace no demasiado tiempo, y reconoce que eso, junto al desempeño de su actividad en el mundo rural, le ha fortalecido el carácter. Ahora, además de concejal de Licencias, es presidente de la Sociedad de Aguas y la primera mujer que ostenta el máximo cargo de una empresa pública en la historia de Burgos. Habla maravillas de los técnicos que trabajan con ella en el Ayuntamiento. Y en esta entrevista habla de los logros que ha conseguido trabajando con ellos, en equipo. Cuatro años de intensas emociones.

Pregunta.- ¿Cuál ha sido el peor y el mejor momento de esta etapa en la Concejalía?

Respuesta.- El peor momento ha sido personal y fue el accidente que segó la vida de dos trabajadores de Aguas. No se me va a olvidar. Fue especialmente duro y de José María y Vicente me acordaré más, si cabe, que del resto de trabajadores. La mayor satisfacción ha sido la de salvar el control de las infraestructuras porque supone poner en manos de los burgaleses el control de su futuro desarrollo económico y, en consecuencia, de su bienestar.

P.- Entiendo que se refiere a la creación de la Sociedad de Aguas y al acuerdo para la ampliación de la depuradora. ¿Por qué ha sido tan importante que el Servicio de Aguas se convirtiera en una empresa pública?

R.- Se me planteaban dos opciones: crear una mancomunidad o un consorcio. Entonces, empecé a analizar los estatutos y, al mirar si se ajustaban a la legalidad, veo que, aportara Burgos lo que aportara, todas las decisiones iban a ser controladas por un órgano ajeno al Ayuntamiento. Burgos nunca podría tener el 50% de los votos. Y me asusto porque si quiero ampliar la planta de tratamientos, hacer un depósito nuevo... no tengo la mayoría en la mancomunidad. Como, por suerte, soy abogado me puse a estudiarlo al pensar que tenía que existir otra fórmula. Y en el reglamento estaba la posibilidad de crear una empresa concesionaria. Y me lancé de cabeza. Ahora tenemos totalmente el control y somos dueños de nuestro futuro económico. Sin agua y sin depuración no hay futuro económico. No hay ciudad. No se puede negar que Burgos tiene unas infraestructuras que son ejemplares a nivel nacional, pero sin la empresa no tendríamos el control absoluto de nuestro crecimiento y de nuestras decisiones.

P.- Y eso lo que permite es que Aguas se pueda endeudar. ¿Por qué es buena esa capacidad de endeudamiento?

R.- Eso nos ha permitido financiar a nosotros el 30% de la ampliación de la depuradora. No hemos necesitado autorización de la Comunidad Autónoma. Somos una empresa que, hoy por hoy, no tiene nivel de endeudamiento y si no hubiera sido por la empresa, con certeza hubiéramos acabado en manos de Acuanorte. Entre otras cosas, porque no hubiéramos podido hacer frente a esos 20 millones de euros que vamos a tener que aportar.

P.- Esa capacidad de endeudamiento también servirá para construir los nuevos depósitos de Cortes. ¿En qué punto esta el proyecto?

R.- No niego que estos últimos meses hemos estado volcados en el convenio de la depuradora, pero hemos tenido contactos en Madrid con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que tiene una línea de financiación para medio ambiente y desarrollo sostenible. Y muy específica para el Plan Europa 2020 con el que pretende reducir en un 15% o un 20% el número de poblaciones que no tienen acceso a un agua potable de calidad, controlada y bien gestionada.

P.- ¿Qué van a suponer, cuando se hagan, estos depósitos para la ciudad?

R.- Nosotros en la zona norte de la ciudad no tenemos ningún problema de abastecimiento. La capacidad de reservas de agua que tiene la ciudad es más que suficiente. Pero llevar el agua, por ejemplo, al Monte de la Abadesa exige bombeos, gastos… En el S-22, por ejemplo, es un sector que sin esos depósitos es imposible su desarrollo. Y el proyecto se va a enfocar, además, desde la perspectiva de poder abastecer a otras localidades que así nos lo demanden desde la zona sur de la provincia.

P.- Luego está Campos de Muñó. Allí si que ha tenido sus tiras y aflojas...

R.- Yo creo que no. He estado continuamente en comunicación directa, tanto con el anterior presidente como con el actual, y ellos sabían que nosotros estábamos dispuestos a darles lo que podíamos. Creo que aquí ha habido objetivos espúreos y un poco apartados de lo que era la demanda de los municipios que iban a resultar beneficiados. Los municipios querían agua de Burgos por la fama que tiene de su calidad, de su buena gestión y de su tratamiento.

P.- ¿A qué se refiere con lo de objetivos espúreos?

R.- No sabría como llamarlo, pero es cierto que eso no se ha manejado desde la ignorancia porque creo que quien lo ha manejado era consciente de que Burgos demandaba algo razonable. Y aún después de que Burgos dijera que daba agua sí o sí, sin nada a cambio, se han hecho manifestaciones. Quien las ha organizado sabía perfectamente que Burgos ya había dicho que daba agua.

P.- Donde también se ha conseguido un buen resultado es con la sectorización de la red de aguas de la ciudad.

R.- La inversión ha sido de cerca de 1,3 millones de euros y ha servido para detectar 108 fugas en 445 kilómetros de red. Esto significa que había más de 4 kilómetros de fugas y que se va a conseguir un ahorro de entre 250.000 y 300.000 euros al año en agua que, ahora, ya no se pierde

P.- Tanto en la creación de la Sociedad de Aguas como en el convenio para ampliar la depuradora ha contado con el apoyo de la oposición. Parece que los que sí han más críticos con usted han sido los hosteleros.

R.- Con los hosteleros no he encontrado una oposición en la ordenanza de las terrazas porque, realmente, se ha trabajado en consenso con su representante legítimo, la Federación de Hostelería. Hemos cedido en aquellos puntos en los que parecía que no se perdía el espíritu de la norma y hemos sido firmes en donde podíamos ver que el objeto último de la norma perdía sentido.

P.- Pero ha habido críticas de particulares...

R.- Ha sido más difícil con los distintos hosteleros porque, durante dos meses, he estado recibiendo constantemente en la Concejalía a grupos y personas que, con todos los respetos, han acudido faltos de una visión colectiva de ciudad. Faltos de un concepto claro de lo que es el dominio público que ellos ocupan con las terrazas para un negocio lucrativo. Es cierto, y no lo voy a negar nunca, que eso produce unas sinergias en la ciudad como puestos de trabajo, ocio, turismo… Pero no es menos cierto que eso no debe ir en perjuicio continuo del resto de los usuarios de las vías públicas. Y no parece excesivo pedirles una colaboración a la hora de gestionar el uso privativo de ese suelo público.

P.- Hay algunos burgaleses que piensan que el Ayuntamiento no ha sido todo lo estricto que debería ser con algunos propietarios que, sobre todo en el centro histórico, no cumplen con el deber de conservación de sus edificios. ¿Es realmente así?

R.- No es así. La obligación de conservar los edificios en perfectas condiciones de salubridad, seguridad, ornato y accesibilidad es del propietario. Es cierto que la administración tiene una serie de instrumentos para obligar al incumplidor pero no es un procedimiento sencillo porque siempre está el derecho de la propiedad privada. Tengo que decir que desde la Concejalía se han dictado órdenes de ejecución subsidiaria y que algunas han acabado en ejecuciones de este tipo. También tengo que decir que cuando me he sentado con propietarios de Gamonal, de los Soportales de Antón, de la plaza del Rey San Fernando... y se les ha explicado cuál es su obligación y que, cueste lo que cueste, el Ayuntamiento de Burgos va a actuar, han actuado ellos.

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