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TRADICIONES

'Pa cantar las marzas...' y dar la bienvenida a la primavera

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Burgos

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M. R. / Burgos

Este año, por primera vez, el alcalde en persona dio la licencia 'pa cantar las marzas' en el colegio Sagrada Familia (SAFA). Javier Lacalle presidió una tradición que este colegio celebra desde hace 15 años. Más de 500 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria se volvieron a congregar un año más en el patio del centro escolar para entonar el canto de Las Marzas, una celebración con la que se da la bienvenida a la primavera durante la última noche de febrero.

La primavera estaba presente durante una tarde de calor casi veraniego, en la que los alumnos estuvieron acompañados por cientos de padres que observaban la interpretación de un canto sencillo para recibir la entrada de marzo y seguir por un rápido recorrido por los meses que están directamente relacionados con las cosechas. En este canto, el mes de mayo tiene un especial protagonismo, ya que, como recuerda el canto de las marzas, es «cuando los bueyes van gordos los caballos corredores» y «cuando las cebadas granan los linos andan en flores».

La idea de cantar las marzas en el colegio Sagrada Familia surgió del hermano Javier, entonces profesor de música, que consideró que podía ser una buena idea trasladar a los alumnos una tradición que se mantiene en Burgos con más intensidad que en otros lugares del país. Ayer por la tarde pudo ver en persona cómo se ha mantenido y consolidado su propuesta, en la que los alumnos se implican de manera activa. Junto a las voces de los más pequeños y los que ya están terminando Secundaria, el gran coro de la SAFA se completaba con la música de las flautas dulces.

Entre el público también se repartieron trípticos con la letra de este canto, original de las marzas de Cilleruelo de Abajo y de Contreras, y con una breve explicación del porqué de esta tonada, que tiene un origen romano, época en la que utilizaban un calendario lunar, que comenzaba el año con la luna nueva que seguía al deshielo, que coincidía con el mes de marzo.

En el folleto también se explicaba la razón por la que febrero, que entonces era el últimos mes del año, tiene 28 días. Y por qué cada cuatro años tiene 29 días, ya que la tierra tarda 365 días y seis horas en dar una vuelta alrededor del sol. Como manda una tradición de este tipo, buena parte de los alumnos que cantaron las marzas acudieron con el correspondiente traje regional, lo que le daba al acto un aire mucho más castellano.

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