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ROBO CON VIOLENCIA EN PALAZUELOS DE VILLADIEGO

«Aquello parecía una zona de guerra, había sangre por todos los lados»

El jefe de la investigación describe el lugar en el que ataron y torturaron a Francisco Manzanal

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Burgos

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M. R. / Burgos

«Parecía una zona de guerra». Así describió uno de los responsables de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil que llevó la investigación el lugar en el que ataron y torturaron a Francisco Manzanal, de 81 años, en su vivienda de Palazuelos de Villadiego en noviembre de 2011 para robarle. Una descripción que se completó con las fotografías forenses de los efectos de la paliza y las quemaduras en el cuerpo de la víctima realizadas cuando le ingresaron en urgencias y durante la autopsia.

La segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial contra Laurentiu I., Romeo A., Calin F. y Eugen I. para los que se solicitan penas de entre 39 años de cárcel por los delitos de robo con violencia, asesinato, detención ilegal y robo continuado con fuerza, se centró en los testimonios de los guardias civiles que participaron en la investigación, así como de los médicos y forenses que participaron en el tratamiento y en la autopsia de la víctima.

El agente de la Guardia Civil que dirigió la investigación describió ayer ante el tribunal cómo estaba la habitación de la vivienda en la que torturaron al anciano. «Había sangre por todos los lados», explicó. Pero la imagen que se le quedó grabada cuando vio aquel sitio fue encontrar junto al lugar en el que ataron a la víctima unos botellines de cerveza vacíos. «Alguien se estaba tomando unas cervezas» mientras estaban quemando con una plancha al anciano por todo el cuerpo para que les dijera dónde estaba el dinero que los agresores pensaban que guardaba en casa. Una violencia que el agente calificó de gratuita. «Lo que le hicieron fue inhumano».

También calificó el «estado deplorable» en el que se encontraron al anciano cuando fueron al hospital de Valladolid para que reconociera a alguno de los acusados. No podía hablar, pero cuando entre las fotos que le enseñaron vio la de uno de los acusados, «levantó el dedo, lo señaló y se le caían las lágrimas». Las defensas cuestionaron las identificaciones fotográficas de la víctima y plantearon al jefe de la investigación si el testigo protegido que señaló a los acusados como los autores de la paliza y el robo al anciano estaba interesado por su posible implicación. Teoría que el agente descartó.  Tres compañeros que le enseñaron fotos a la víctima recordaron que ésta reconoció a dos de los acusados, Eugen I. y Romeo A.

La Guardia Civil realizó dos inspecciones oculares en la vivienda de la víctima. En la primera se encontraron unas botellas vacías de cerveza en la habitación en la que torturaron al anciano. En esos botellines, el análisis posterior confirmó la presencia de perfiles genéticos de dos de los acusados, Eugen I. y Calin F. Del mismo modo, los análisis confirmaron perfiles genéticos de estos dos acusados y de Laurentiu I. en colillas de cigarrillos. Además, se hallaron restos de sangre y orgánicos de la víctima en la tapicería del vehículo de Romeo A. Los forenses que reconocieron a la víctima tras su regreso de la Unidad de Quemados del hospital Río Hortega (Valladolid) y que realizaron la autopsia tras su fallecimiento indicaron que presentaba quemaduras en el 17% del cuerpo, algunas en zonas como el pene y el escroto. Unas heridas «muy graves» que le obligaron a permanecer meses en cama sin casi poder moverse. Los forenses señalaron esas heridas fueron la causa de la posterior muerte. Lo sorprendente, según uno de los forenses, es que alguien de 81 años sobreviviera durante horas, atado, tirado en el suelo tras un episodio tan violento y traumático. El juicio se reanudará el próximo 17 de mayo con los informes de las partes.

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