Las agujas salvan vidas, evitan contagios y ahorran a largo plazo
El especialista en neumología José Luis Viejo defiende la utilidad de las vacunas en adultos mientras critica la ausencia de bases científicas y el «oportunismo» de sus detractores
Más vale prevenir que curar. Un dicho popular cargado de verdad que para el especialista y ex jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Burgos (Hubu), José Luis Viejo, debiera cambiar el primer verbo por vacunar. Sin paliativos y cuando sea necesario, independientemente de la edad, pues por regla general se tiende asociar su aplicación casi exclusivamente los pacientes de pediatría. Nada más lejos de la realidad, explicaba ayer el doctor durante su conferencia Vacunas para el adulto. Prevención respiratoria, enmarcada dentro del ciclo Burgos Saludable de la Fundación Caja Rural.Al margen de su utilidad a la hora de prevenir enfermedades, uno de los grandes obstáculos para garantizar la universalidad de las vacunas -al menos en España- es su financiación, ya que no todas son gratuitas. En este sentido, Viejo considera que a pesar del esfuerzo que las administraciones deben realizar para sufragar este gasto, «es mucho más barato vacunar que curar enfermedades». Y va más allá al señalar las vacunas como un «ahorro» cuya rentabilidad «veremos en el futuro».Cuentas aparte, este experto en patología respiratoria defiende con vehemencia que «no solo tenemos que hablar de economía, sino de evitar el sufrimiento de las personas». Por ello, Viejo desgranó los beneficios que acarreará el calendario vacunal para adultos, principalmente en la tercera edad.Grupos antivacunasQueda claro, por lo tanto, que las enfermedades «tienen un coste muy superior a la vacunación» por lo menos a largo plazo. O quizá no tanto. De un tiempo a esta parte, el encarnizado debate entre los partidarios de la vacuna y sus acérrimos detractores ha encontrado ha focalizado su particular ring de boxeo en las redes sociales, caldo de cultivo para la proliferación de réplicas, contrarréplicas e intentos por sumar adeptos a uno y otro bando.Sobre todo a partir del trágico suceso del niño de Olot aquejado de difteria, enfermedad erradicada en España hace 30 años, que falleció el pasado mes de junio. «Ya está bien», sentencia el neumólogo, cuya consideración hacia estos grupos se basa en que «no tienen una base científica, solo tienen bases ideológicas, de protesta y de ir contra la industria farmaceútica».Ante el caldo de cultivo que supone internet de cara a propagar informaciones a los que no da validez alguna, Viejo afirma que «tenemos que aprovecharnos de la investigación, no rechazarla». Por lo tanto, «no debemos creer que no hay enfermedad porque estamos mejorando -genéticamente-, sino porque nos estamos vacunando». En base a dicho argumento, asegura que la erradicación de muchas enfermedades, mortales durante siglos, solo ha sido posible porque «se vacuna el 95% de las personas».A pesar de que «no tienen demasiada influencia, salvo grupos que ideológicamente están pegados a ellos», el doctor reconoce que los denominados antivacunas pueden llegar a ejercer cierto poder de convicción en la sociedad al contar con médicos y personal sanitario entre sus filas. «Lo penoso es que hay médicos», lamenta Viejo en alusión a determinados colegas que se dejan llevar por «idealismos, oportunismos o cuestiones políticas».Tres vacunas de vital importanciaGripe: Pese a tratarse de una enfermedad común, José Luis Viejo recuerda que «se producen 3.000 muertes al año en nuestro país». Asimismo, recalca su importancia ante la disminución de vacunaciones «por los grupos antivacunas y el debate de la gripe A en 2011».Neumococo: Bacteria de gran prevalencia que puede afectar a un 50% de niños en edad escolar y un 30% de adultos que conviven con ellos. Con una tasa de mortalidad del 14%, la nueva Prevenar 13, con «una sola dosis para toda la vida», ofrece una «protección muy interesante» para le neumonía cercana al 50% y superior al 75% en casos de gravedad.Herpes zóster: La vacuna contra la reactivación de la varicela en edad adulta, implantada en Estados Unidos desde hace una década, llegó a España el año pasado. De momento, el Ecyl solo financia los tratamientos de pacientes afectados de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc) de entre 60 y 65 años. Para el resto, «su coste es alto», ya que asciende a 170 euros.