Una feria de dudas y anhelos

En el claustro del NH La Merced, testigo habitual de eventos y celebraciones, se respiraba ayer cierto temor. No miedo, no, más bien respeto a lo desconocido regado con una chispa de ilusión. Bullían los nervios y las dudas, sensaciones lógicas cuando uno trabaja en desentrañar su futuro. Ahí es nada. Y el mañana, a los 17, se traduce en elecciones vitales, unas firmes y otras no tanto. El mañana, a los 17, está a la vuelta de la esquina. Asoma ya de hecho en el calendario, justo detrás de las fechas de la EBAU. A saludarlo se animaban ayer unos cuantos jóvenes bachilleres (más de 700 a lo largo de la jornada), armados de grandes anhelos la mayoría y hechos un lío no pocos, en el Salón de Orientación Universitaria Unitour.Este evento aterrizaba un año más en el escenario citado para dar pistas a alumnos, «pero también a sus padres y docentes», de la oferta formativa que les espera. «Año a año las posibilidades van aumentando y cubre más áreas, programas que se complementan y nuevas especializaciones. Conocer toda la información al respecto es crucial para que el estudiante tome la decisión correcta y los jóvenes además cada vez son más conscientes que una preparación adecuada puede marcar la diferencia en el mercado laboral», explica Andrés Arrojo, responsable de Unitour.En ello están, por ejemplo, Sara Benito y Alicia Pérez. Aunque tienen tiempo, pues cursan en la actualidad primero de Bachillerato en La Salle, no desperdiciaron la ocasión de recabar todos los datos posibles en la feria. Tienen claro el camino a seguir, eso sí. Una se debate entre ser maestra o titularse en Administración de Empresas. Lo hará, augura, fuera de España para, de paso, aprender un idioma, explica sin titubear. Otra apuesta por casa y ya se ve en la Facultad de Educación. No es su caso pero «aquellos que aún no tengan claro qué hacer o dónde puede salir de aquí con una idea más definida», aseguran. Incluso ellas se animan a explorar qué se les ofrece «porque es un paso importante y difícil», añaden antes de continuar su periplo por los 25 expositores -escuelas y universidades públicas y privadas- que aspiran a encontrar entre el alboroto algún nuevo alumno.En la misma línea se expresan Ignacio Arias, Adrián Fuente, Andrea Santiago y Alicia Vegas, alumnos de segundo de Bachillerato del Círculo Católico. Departen con el profesor que los ha acompañado a la cita, Alberto García, sobre la importancia de conocer en profundidad los detalles de los estudios a iniciar, más allá del ‘nombre’ de la carrera en cuestión, para «evitar sorpresas». De los cuatro estudiantes solo uno tiene clarísimo su futuro: «Me gustaría estudiar Medicina, dónde sea, pero Medicina», afirma rotundo Arias, pendiente claro de alcanzar la elevada nota de corte que exige este grado.En el extremo opuesto está su compañero. Fuente aplaza la decisión al día que conozca su resultado en la prueba de Acceso a la Universidad, aunque siempre que tiene ocasión, como ayer, se asoma a la variada oferta, por si se topa con algo que le inspire. También a las notas «o a la lotería» se encomienda Santiago, que igual que Vegas tiene una ligera idea de lo que busca para ese mañana que, aunque no lo saben, ya ha comenzado.