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SOCIEDAD

«La calle es un espacio donde se puede educar, pero se ha criminalizado»

Óscar Caballero (Saltando Charcos): «Me da mucha pena ver a chavales de 23 años dejándose el sueldo, y parte del de sus padres, en una casa de apuestas»

Tres jóvenes en patinete eléctrico por una céntrica calle de Burgos. RAÚL G. OCHOA

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Burgos

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Más que la categoría profesional en sí, lo que más le importa a Óscar Caballero es que «se reconozca la labor del educador de calle, de a pie, del contacto con las personas». 27 años en primera línea con Saltando Charcos dan para mucho, pero aún le toca escuchar de vez en cuando el topicazo de que «cobro por jugar al fútbol con los críos, bailando break, poniendo bases de rap y haciendo boxeo». A estas alturas hasta le hace «gracia», aunque sabe de sobra que solo así, pisando el asfalto para «intervenir en los procesos vitales», se puede sacar del pozo a cientos de chavales a los que la sociedad ha dado la espalda.Mucho han cambiado las tornas desde que Caballero se diplomó como educador social. Y en tiempo récord a raíz de la pandemia. Predomina más que nunca el «individualismo» y eso afecta directamente a las adicciones. Desde las drogas, cuyo consumo se ha vuelto «invisible» e inevitablemente ligado a las pantallas, hasta una «nueva heroína, muy sucia y con una función de control social».No habla del ‘caballo’ precisamente. Caballero se refiere a las salas de juego y los casinos online. Lo ha visto de cerca porque en los barrios obreros el problema crece de manera exponencial, como cuando «se metió la heroína en los años 70 para barrer a toda la disidencia política y el movimiento cultural de los jóvenes». Por eso, le da «mucha pena ver a chavales de 23 años dejándose el sueldo, y parte del de sus padres, en una casa de apuestas».Frente a éste y otros fenómenos de difícil salida, el coordinador de Saltando Charcos no deja de insistir en que «la calle es un espacio donde se puede educar». El problema,  agudizado sobremanera por culpa de la pandemia, reside en que «se ha metido miedo a las madres» mientras se ejercía una «represión que no venía a cuento».Ante este panorama, con «las fuerzas de Seguridad que se han encargado de meter caña persiguiendo a cuadrillas de chavales en los barrios», cree que lo único que se ha conseguido es que «se replieguen a esconderse y no estén al acceso de los educadores» porque «se ha criminalizado la calle».  

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