El Correo de Burgos

LUIS E. TOGORES Autor del libro 'Yagüe. El general falangista de Franco'

«Yagüe actuó por la integración de los que habían perdido la guerra»

Burgos

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M.R. / Burgos

El profesor de Historia Contemporánea Luis E. Togores presenta en Burgos la próxima semana el libro 'Yagüe. El general falangista de Franco', editado por La esfera de los libros. Un trabajo elaborado a través del estudio de la documentación personal del general franquista Juan Yagüe, nacido en Soria pero muy vinculado durante toda su vida a Burgos y al que se le conoció con el sobrenombre del carnicero de Badajoz, una batalla de la Guerra Civil en la que tras la toma de la ciudad desde el bando nacional se ejecutó a miles de personas.

El autor ha tenido acceso a cerca de 20.000 cartas personales, diarios, así como diversa documentación oficial y secreta. A través de este libro ha querido ofrecer una visión lo más amplia posible de esta controvertida figura. Según sostiene el autor, esta obra pretende ofrecer diferentes visiones. «Hay varios Yagües, pero hasta ahora sólo conocíamos el Yagüe de Asturias, del 18 de julio, el que organiza en Marruecos la sublevación, y el Yagüe de la Guerra Civil, con especial interés en el tema de Badajoz». Sabedor de que ha afrontado un tema cuestión controvertida, «he intentado ser lo más ecuánime posible». Por esa razón, «tengo la manía de que cuando hay documentos, en vez de interpretarlos los pongo, para que el que lea el libro tenga suficiente masa documental para sacar sus opiniones».

Según señala Togores, esta biografía «permite ver al Yagüe metido en la España de su época», como el que el conspiró durante años contra Franco para tratar de meter a España en la Segunda Guerra Mundial. Yagüe no era burgalés, nació en San Leonardo (Soria) en 1892, pero «su padre muere cuando era un niño muy pequeño y cuando empieza a estudiar su madre se lo lleva a Burgos», además «sus primeros destinos militares los tiene en Burgos». También pasa en Burgos parte de los 29 meses del destierro decretado por Franco. Pero su influencia mayor es durante su etapa de capitán general de la VI región Militar, entre 1943 y 1951, año de su muerte. Sin embargo, esta influencia «no es tanto por lo militar sino por la personalidad que tenían entonces los capitanes generales y un poco por el espíritu de Yagüe, que es un hombre un poco distinto a lo que se conoce». El capitán general tenían entonces «un poder omnímodo». Era, «salvando las distancias, lo que ahora es el presidente de la Junta». Yagüe era militar con mando, pero también «era un falangista radical, era muy azul, no sé si era más militar que azul o más azul que militar». Y eso hacía que cuando pronunciaba discursos políticos,  «al hacerlos en Burgos, tenían mucha resonancia». A ello, el autor añade que «Burgos era una de la cunas junto con Valladolid de la Falange». Una ciudad, por tanto, en la que «había un núcleo fuerte de falangistas, de la vieja escuela, que tenían en Yagüe una referencia política e ideológica importante». Según explica el autor del libro, por ser falangista «tuvo una conciencia social bastante fuerte que le llevó a intentar hacer una reforma de la sociedad, no sé si equivocada o acertada, que tenía poco que ver con la evolución de la sociedad conservadora que había permanecido después de la guerra, que era la evolución de la derecha tradicional de la Restauración». Togores asegura que después de la Guerra Civil «había una enorme carencia de vivienda», lo que hizo que promoviera la construcción de la Barriada que lleva su nombre. Un tipo de viviendas que «hoy nos parece obsoletas, pero en aquel tiempo que la población era campesina y artesana aquello fue una modernización y la dotó de todos los servicios que entonces eran modernos». Este historiador también recuerda la construcción de la Ciudad Deportiva Militar, «que en su época serían unas instalaciones olímpicas», así como el hospital, residencias para militares y alguna infraestructura. l autor del libro también habla de uno de los aspectos más controvertidos sobre Yagüe al defender que el general actuó en la integración de quienes habían salido derrotados en la Guerra Civil. «Era uno de los pocos, aunque la gente piense que no, que actuó decididamente a favor de la integración de los que habían perdido la guerra en la nueva España evidentemente autárquica y totalitaria pero que se pudiesen integrar». Togores sostiene que esta actitud de Yagüe se puede confirmar examinando su ingente correspondencia, de la que se conserva prácticamente su totalidad, ya que «él tenía una manía, le llegaba una carta, solía contestar a vuelta de correo y escribía la respuesta en el dorso a lápiz». Del estudio de estas misivas, el autor resalta que «tiene cartas tanto de la derecha como de la izquierda, de los vencedores de la guerra como de los que perdieron, para pedirle favores». En la mayoría de los casos, «siempre responde o hace alguna gestión para sacar a alguien de la cárcel». También recibía cartas para obras de caridad. «Hay muchas cartas de monjas pidiéndole dinero. Había una guardería para niños huérfanos, el zapatito blanco,  que constantemente le pedía dinero para alimentos. Es curioso que el general de Badajoz es el que hace todo ese tipo de cosas», explica.  El libro trata la tumultuosa relación con el dictador. Yagüe es «el que impone, por ejemplo, que Franco mande el ejército de África, es el que al final echa las pesas en la balanza para que Franco sea el jefe de los nacionales». Y también es el que discute con Franco a grito pelado cómo afrontar diversas cuestiones militares de la Guerra Civil. En el plano político estaban más distanciados. «Franco era un hombre de derechas autoritario y Yagüe era un falangista radical fascista». Esto hizo que desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial hasta 1943 iniciase una conspiración contra el dictador, que no quiso entrar en esta guerra. «Conspira tan en serio como para quitarlo porque piensa que España tiene que entrar al considerar que va a perder una oportunidad histórica».

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