El Correo de Burgos

Mosaico de fervor popular

Miles de burgaleses desafían al sol para arropar la imagen de Santa María la Mayor con cerca de 30.000 flores

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Burgos

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L. B. / Burgos

Un sol de justicia presidió la mañana. Lució, eso sí, aderezado con el fervor popular que suele aflorar en eventos como el que ayer, una vez más, abarrotaba el corazón de la ciudad. La tradicional ofrenda floral a Santa María la Mayor, patrona de Burgos y sus gentes, repitió éxito y reunió a los pies de la Catedral cerca de 30.000 flores, brindadas al compás del Burgalesa -que sonaba hasta la saciedad en la plaza del Rey San Fernando- por las 6.000 personas que desfilaron bajo la imagen de la Virgen.

Culminado el recorrido de peñas, casas regionales y agrupaciones de danzas, sonaban las dulzainas bajo el Arco de Santa María y con ellas los danzantes llegaba a la meta recibidos entre aplausos. Detrás, las falleras arrancaban además algún piropo al público congregado que sobrevivía, a duras penas, a golpe de abanico. Las reinas -pocas- de ediciones anteriores revivieron su dulce momento, antes de que todas las 'soberanas' infantiles se llevaran la gran ovación de la mañana. Y así, poco más de una hora después del inicio del paseíllo, la comitiva de la corporación municipal alcanzaba el altar florido, reluciente a esas alturas gracias a los desvelos de los voluntarios del Comité de Folclore, encargados de ubicar con tino los ramos portados por la ciudadanía y las cestas de decenas de empresas locales. No faltó en el mosaico resultante la bandera patria, ni en las palabras de la presentadora del acto los buenos deseos para la selección española de fútbol que se jugaba los cuartos horas después.

Vestidos de burgalés

De vuelta a las autoridades, encabezadas por el arzobispo, Francisco Gil Hellín, cabe destacar la sorpresa que provocó la decisión del alcalde, Juan Carlos Aparicio, de lucir la vestimenta tradicional. Junto al concejal de Festejos, Diego Fernández Malvido, que ya el año pasado aceptaba la invitación de los indumentaristas, aparecía con atavío burgalés, fajín incluido, y cosechaba algún piropo -amable, cómo no- de las señoras que contemplaban el desfile.

El propio regidor comentó, una vez despojado del traje, que había querido expresar su «respaldo y afecto a las personas que portan habitualmente el traje regional» y reconocía que había pasado mucho calor.

Las reinas mayor e infantil pusieron el broche a la mañana. Sus palabras resonaron en las piedras de la Seo, como resonará por cierto la campana que ayer se exhibía junto al altar de la Virgen, la misma que ocupará próximamente la torre sur y que recibía, aprovechando la ofrenda, su oportuna bendición. Repicó de alegría para mostrar su potencial a los burgaleses.

Habló primero Paula Benito. Dio las gracias a Santa María en nombre de todos los niños por los padres, el cole, las vacaciones, los juguetes, la comida «y por este día tan bonito». Pidió también por todos los que no tienen tanta suerte.

Sara Nogal, por su parte, detalló sus sueños de futuro. Imaginó una juventud comprometida, generosa y optimista; una sociedad en la que «el trabajo no sea una suerte, sea un derecho y la vivienda no hipoteque la vida»; una ciudad de Burgos orgullosa de su pasado «donde los políticos sean verdaderos servidores y los ciudadanos luchemos por el progreso»; y un mundo más humano y más fraterno.

 

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