El Correo de Burgos

Pilotos de autogiro a un paso de Burgos

La escuela de aeronaves Millaerea, dirigida por Marcos Chuliá, ofrece servicios como la obtención del título de piloto de ultraligero, paseos por la provincia o iniciación para personas noveles en el vuelo

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Burgos

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EDGAR GARCÍA ALONSO / Soria

La escuela de autogiros Millaerea vuelve a ofrecer sus servicios por segundo año en el aeródromo de Garray a aquellos que quieran aprender a pilotar un ultraligero, o simplemente a los que deseen surcar desde una aeronave los cielos de la provincia soriana observando con vista de pájaro sus bellos paisajes. El instructor y profesor de la escuela, Marcos Chuliá, reanudó las actividades el pasado fin de semana, ya que había estado parado un tiempo por problemas con el motor de un autogiro.

Millaerea se fundó en el año 2005 como escuela de autogiros, la primera de todo España. Comenzó a operar en Tudela por las obras de remodelación del aeródromo de Garray, y permaneció allí hasta 2008 por discrepancias con la empresa concesionaria del mismo. «Pionero no me considero, aunque es la primera escuela legal. Para tener una escuela hay que tener un autogiro homologado, y nadie lo tenía. La monté en Tudela porque aquí no tenía posibilidad, aunque estaba el aeródromo totalmente operativo», comentó Chuliá. Pese a operar en Navarra, la sede social permanecía en Soria, como reconoce el propio Chuliá, «la sede era mi propia casa».

Tres años después de su fundación, el piloto pudo regresar a Soria, tierra de la que es natal, para ofrecer sus servicios en Garray, un campo «muy bien colocado estratégicamente entre Zaragoza. Burgos, Logroño y Guadalajara», según el piloto. Desde el verano pasado, opera con normalidad y ofrece desde paseos de distinta duración, a bautizos (primera vez que alguien maneja una aeronave), pasando por despedidas de soltero y concluyendo con los cursos para obtener la licencia de piloto de ultraligeros.

Garray

Chuliá tuvo alguna que otra rencilla con Airman, empresa concesionaria del aeródromo. «Teníamos problemas porque no nos dejaban usar los servicios, no se entendía su actuación. Ahora está Álamo Aviación, con los que hay buena relación. Ya tenemos acceso al edificio de servicios, pero no hay nada más, lo suyo es que hubiera un bar, pero entiendo que allí no se pueden poner grandes cosas. Es un aeródromo muy pequeño, y sobre todo en los inicios, hasta que la gente lo conozca... Pero si yo voy a un sitio, paro, y veo que no hay nada, no vuelvo a hacerlo. No tiene sentido hacer una parada para nada», dijo Chuliá.

El interés del piloto por los autogiros, una nave poco conocida en España, surgió en la Vuelta Ibérica. Dicha ronda era una actividad que realizaban los pilotos que tenían en posesión una nave ultraligera y que surcaban los cielos de toda España y Portugal. En ocasiones las aeronaves realizaban una parada en Garray.

Masificación

Pero aquella Vuelta Ibérica comenzó a masificarse. Más de 60 avionetas iban cada año por la península. 2001 fue un año malo ya que la ronda se organizó con prisas y las cosas salieron mal. Incluso hubo un accidente en el que murió un piloto. Chuliá se enfadó quejándose enérgicamente del tema. «Yo soy de los que si me quejo aporto soluciones o lo intento. El año siguiente la organicé yo y empecé un poquito a meterme a un nivel más alto», apuntó Chuliá.

Al finalizar la vuelta Ibérica, se formó la Asociación de Pilotos de Ultraligeros en septiembre de 2002, de la cual Marcos Chuliá era el presidente. Una asociación que abarcaba el territorio nacional. «La base fundamental de esa Asociación era que no se perdiera la Vuelta Ibérica. Ahora son unos 3.000 socios y tiene contactos con aviación civil, es decir que ya es una entidad reconocida».

Sin embargo, el fundador y presidente de la asociación decidió abandonarla el verano de 2009. «Modificaron Aepul (Asociación española de pilotos ultraligeros) y la convirtieron en Aepal (asociación de pilotos aviación ligera. Yo no estaba de acuerdo con eso y  dejé la asociación, me cabree con los directivos. Aepul dejó de existir, la cambiaron a Aepal, donde entran avionetas, globos, parapentes y de todo. No era el objeto de esa asociación, y por tanto perdió mi interés».

Alumnos

La mayoría de alumnos que el instructor tiene a su cargo suelen ser de fuera de la provincia. «Tengo más alumnos de fuera que gente de Soria. En Tudela tuve ocho, de los cuales uno era soriano, que es compañero mío ahora de nave. En Soria tengo 11, de los cuales la mitad son de fuera y la otra mitad de aquí. El mínimo de horas requerido para examinarse es diez, pero la media que suelen emplear gira en torno a las 20 horas», apuntó Chuliá.

«Soria es un poquito especial para esto. La media de edad ya es un hándicap importante y la mentalidad es más cerrada, porque a mí de siempre me han llamado loco. Pero la aviación se ha inventado hace 100 años, no ahora. Ven el cacharro y dicen, menudo trasto, como te atreves a volar. Es todo fruto del desconocimiento», dijo Chuliá.

El año pasado realizó las clases durante todo el año, aunque en este curso tiene pensado parar las clases en Noviembre y hasta Semana Santa, pero no así los paseos. Las clases las imparte por las tardes durante la semana y en las mañanas de sábados y domingos.

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