El Correo de Burgos

PENAS ALTERNATIVAS

Las pulseras han permitido a más de 100 presos dormir en casa

Burgos

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M.R. / Burgos

Estar preso pero a la vez disfrutar de cierto grado de libertad es una paradoja factible gracias a dispositivos como las pulseras telemáticas. Un sistema de semilibertad que en la actualidad utilizan 13 internos de la cárcel de Burgos, según los datos facilitados por la Subdelegación del Gobierno.

Desde que se puso en funcionamiento este sistema hace siete años, alrededor de un centenar de presos de la cárcel burgalesa han utilizado este dispositivo. La subdelegada del Gobierno, Berta Tricio, explica que «cuando los presos están en tercer grado, dentro del tratamiento que se les prepara existe la posibilidad de salir de prisión y que sigan cumpliendo pena en régimen más abierto». Según Tricio, las pulseras forman parte de una  manera de trabajar con los presos en Instituciones Penitenciarias, «conseguir la máxima integración de los presos en la sociedad».

Por supuesto, este tipo de sistema debe tener «todas las precauciones en el cumplimiento de lo que se ha establecido». No obstante, cualquier preso no puede acceder a utilizar este tipo de dispositivos y no todos los que usan la pulsera saben aprovechar la oportunidad de cumplir lo que les queda de pena fuera de la prisión. Hace unos días, la Guardia Civil detenía a un hombre, con seis antecedentes, que estaba en tercer grado con una pulsera telemática de vigilancia. Los agentes le detuvieron por un delito de malos tratos.

Normalmente, el uso de las pulseras está ligado al cumplimiento de unos horarios, bien trabajando o realizando otras serie de actividades, como cursos. También se pueden conceder para fines de semana. Una vez que se cumple el tiempo estipulado, el preso debe estar en su domicilio. «Puede ser un régimen de seguimiento de horarios o de determinadas localizaciones», puntualiza la subdelegada. «Lo que se hace es regular el tema de horario, de manera que el seguimiento de esa persona permite ver si ha cumplido y si está cumpliendo con su horario de trabajo, si está en su casa o no», explica Tricio.

Las medidas y el seguimiento que adopta la junta de tratamiento de la prisión son «personalizadas», según las características de cada preso. Se realiza «en cada uno de los casos, en función del riesgo, de la pena que debe cumplir, de las características del delincuente y del delito». En el caso de los presos de la cárcel de Burgos que cumplen la pena con este tipo de pulseras todos los hacen en sus domicilios, son ir a la prisión nada más que de manera periódica para hacer un seguimiento de su tratamiento. Una periodicidad variable, «en función de las características del caso». Los internos que cumplen este tipo de penas no están englobados dentro de un perfil determinado de delincuente, está más relacionado con su situación penitenciaria y si ha accedido al tercer grado. Aunque, según aclara la subdelegada, la aplicación de este sistema es «siempre con delincuentes que no son peligrosos». Tricio insiste en que «sobre todo, se busca la normalización de la persona». El pasado mes de julio, el Boletín Oficial del Estado publicaba la creación, por parte del Ministerio del Interior, de un Centro de Inserción Social. Este espacio sería un centro penitenciario en si mismo, destinado a penas privativas de libertad en régimen abierto, al seguimiento de los liberados condicionales y al seguimiento y control de las penas alternativas a la prisión. Estas variantes son la localización permanente, los trabajos en beneficio de la comunidad y la suspensión o privación de la pena privativa de libertad. El centro, tal y como dispone el Ministerio de Interior, está integrado en la sección abierta del Centro Penitenciario de Burgos, ampliado a principios de año para incrementar su capacidad de 40 reclusos a 64.

El cambio en la prisión de Burgos supuso la construcción y habilitación de doce nuevas celdas. La ampliación podría continuar, pues el pasado noviembre un alto cargo de Instituciones Penitenciarias que visitó la cárcel burgalesa anunció a representantes de los funcionarios que se llevaría a cabo un proyecto de ampliación de hasta tres módulos de la prisión, reforma que de producirse finalmente aumentaría considerablemente la capacidad del centro burgalés.

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