El Correo de Burgos

Un domingo cualquiera, sin humo

La nueva Ley Antitabaco se aplicó ayer con total normalidad en los bares de la capital. El clima facilitó a los fumadores 'disfrutar' de su hábito en plena calle

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Burgos

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L. B. / Burgos

Como si nada hubiera pasado. Como si de un domingo cualquiera se tratara, a pesar incluso de la resaca festiva propia de inaugurar un nuevo año. Así amanecía ayer la ciudad, con total normalidad y sin una pizca de humo en los bares. Ni con el café mañanero, ni con el pincho del mediodía. Nada de tabaco entre cuatro paredes, apenas un par de tristes colillas en el suelo que delataban algún despiste.

Y es que el único cigarro que se pudo contemplar en la mayor parte de los establecimientos es el que luce enmarcado en una señal de prohibición en el cartel oficial que recuerda a quien aún no se haya enterado que ya no está permitido encender un pitillo en cualquier espacio cerrado. Muchos hosteleros lo estrenaban ayer. Otros, ni siquiera. Tampoco les hizo falta con una clientela que resultó estar muy bien amaestrada.

Algunos incluso mantenían el cartel distribuido por la Federación Nacional de Hostelería que manifiesta el rechazo del sector a una norma contra la que «ya nada se puede hacer», reconocía resignado el presidente de la agrupación burgalesa, José Luis López Pascual.

Hasta la meteorología pareció sumarse a tan 'histórica' jornada y facilitó a los fumadores su exilio particular. Las calles del centro bullían y encontrar un hueco en las terrazas se convertía en hora punta en toda una proeza.

Eso sí, en todos los corrillos el tema del día era el que parecía y las opiniones, de todo tipo. Desde el que se prometía a sí mismo abandonar pronto el vicio para evitar el trasiego, hasta el que despotricaba por una prohibición que consideraba innecesaria y exagerada, pasando por los que se echaban la mano al bolso y cigarro en mano caían en la cuenta de que había comenzado una 'nueva era' viéndose obligados bien a la escapadita de rigor desde ayer o a dejarlo para luego. Es lo que tiene la costumbre. No faltaban los que juraban y perjuraban haber visto a mucha gente omitiendo sin pudor la norma en algún local. Ni tampoco los sorprendidos por el civismo demostrado aunque les había que dudaban de que esta actitud se mantuviera en los locales de fiesta nocturna.

Menos clientela

El propio representante de los hosteleros burgaleses señalaba que era en este tipo de establecimientos donde «quizá se iban a registrar los mayores problemas».

También entre los camareros diferían los pareceres. Alguno incluso se atrevía a hacer balance y estimaba a media mañana que la nueva ley había mermado su clientela de domingo. No compartían todos la misma opinión aunque sí coincidían en señalar una menor afluencia de lo habitual. Otros achacaban el descenso de 'jaleo' a la extenuación de la población tras las fiestas navideñas. Y los menos no podían tan siquiera expresar su valoración ocupados como estaban en limpiar las mesas o barriles -más de una decena salpicaban por ejemplo la céntrica calle San Lorenzo- que habían instalado en la calle.

Completaban el listado los que alucinaban con lo limpio que estaba el suelo del local tras el vendaval de clientes propio de la hora del vermú que suele dejar tras de sí un rastro de colillas, ceniza y paquetes de tabaco arrugados. Esos que, no obstante, sí se pueden adquirir en las máquinas instaladas en los bares a golpe de mando, claro, por si los menores.

Y así, como un domingo cualquiera, «sin incidentes reseñables», según López Pascual, transcurrió el primero sin humo del resto de la historia burgalesa.

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