El Correo de Burgos

Bruno Díez llega hoy a Burgos con pesar por el trato de la embajada

El burgalés que escapó de Libia lamenta el trato en la embajada y las «mentiras» del Gobierno

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Burgos

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J. M. / R. G. U. / Burgos

Bruno Díez, el burgalés atrapado en Libia, llegará hoy a las 9.30 horas al aeropuerto de Barajas después de que anoche aterrizara en Milán procedente de Palermo, la ciudad que le sirvió de puente para salir de Trípoli y escapar de la violencia desatada en Libia en los últimos días. Una vez en la capital de España viajará hasta Burgos, en donde se reunirá con su familia.

En el trayecto en autobús que le llevaría a descansar a un céntrico hotel de Milán, el joven burgalés charló con este periódico y reconoció sentirse «mucho más tranquilo, pensando en positivo».  Unas sensaciones que no quitaron para que Díez se desahogara y reprochara el trato recibido por la embajada española en Trípoli.

«Nos dijeron que no había un plan de actuación porque ya estaba todo en calma. Es lamentable. Como ciudadano español piensas que la embajada es tu hogar, que van a velar por ti y lo único que hicieron fue llevarnos al aeropuerto. Y lo hicieron como para quitarse de encima un estorbo, como si molestáramos. Porque, al principio, nos dijeron: vais al aeropuerto y os buscáis la vida», criticó con dureza.

En un relato estremecedor, este joven burgalés explicó que la decisión de huir de ese «infierno» la tomó al ver que «en las tiendas ya no había víveres, la gente arramplaba con todo lo que podía... Se oían tiros por la noche, se oía la artillería, disparos fuertes... Veíamos barricadas y edificios quemados. Otro compañero vio cadáveres en las carreteras. Lo que hay allí es como una guerra civil, es una guerra de guerrillas», explicaba anoche a este periódico aún incrédulo.

Espera interminable

Con este panorama, el burgalés recordó como llegó al aeropuerto. «Pensábamos que sería un lugar más seguro. Nos encontramos con que era un caos y nosotros (incluye a un marroquí, un rumano y a los otros ocho españoles y polacos con los que compartió esas horas interminables) no estábamos preparados para esta situación. Ni comida, ni bebida. Casi dos horas para ir a los baños en un aeropuerto abarrotado y sin ninguna perspectiva de salir. Es una situación en la que tienes que ser muy fuerte mentalmente». Después de lo vivido, Bruno Díez tiene claro que si vuelve a Trípoli «sólo lo haría por dos cosas: para invitar a cenar a los de la embajada de Portugal, que se han portado como dios manda, y para decirle cuatro cosas al embajador español» afirmó agradecido con unos, e indignado con los otros.

Es más, el burgalés añadió que cuando tuvieron noticias de España, no se lo podían creer. «Trinidad Jiménez decía que había gente de la embajada en el aeropuerto. Y eso una mentira como la copa de un pino. Lo que más te cabrea es escuchar que dicen que lo están haciendo muy bien cuando, en realidad, lo están haciendo muy mal».

De cara al futuro, el burgalés afirmó que lo que más le apetece es estar con la familia y con su novia y que más tarde es probable que continúe trabajando en el extranjero, «quizás en Rumanía».

Sus primeras horas fuera de Libia las empleó en tranquilizar a su familia y comer, ya que desde que llegó al aeropuerto no pudo realizar ninguna comida hasta que embarcó en un avión portugués con destino a Sicilia.

En la terminal aérea pasó 36 horas, día y medio, sin la certeza de poder abordar un vuelo, sintiendo la angustia de sus familiares y su novia, que prefería no ver los informativos en televisión para no preocuparse aún más al ver la escalada de violencia en las calles del país africano.

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