El Correo de Burgos

JUSTICIA

La mediación sólo resuelve uno de cada diez casos de Menores

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M.R. / Burgos

Una pelea o una riña entre dos compañeros de colegio en la que uno golpea o empuja a otro y le provoca una herida sin más consecuencias. Un chico que va con la bicicleta y da con el manillar sin querer a otro, empiezan a discutir y aquello deriva en una pelea. Son dos situaciones en las que se ven envueltos menores y que, incomprensiblemente, acaban delante de la juez de Menores, Blanca Subiñas.

Sin embargo, la jurisdicción de Menores prevé por ley la mediación, una medida pensada para aquellos delitos o faltas menos graves, en los que no hay intimidación, y para menores que no son reincidentes. Pero, como indica Subiñas, «se utiliza mucho menos de lo que debiera utilizarse».

De hecho, según los datos facilitados por el Juzgado de Menores, sólo uno de cada diez casos que llegan al Juzgado de Menores se resuelven a través de este procedimiento, concretamente 35 el pasado año y 48 el año anterior. También hubo 46 asuntos que se archivaron por estar casi resueltos y 18 en los que los menores realizaron tareas socioeducativas extrajudiciales. Lo deseable sería que la mediación estuviera presente en cerca del 40% de los asuntos que entran por el Juzgado de Menores. Datos que indican que sigue siendo necesario apostar más por la mediación, ya que, como apunta Subiñas, «la mayor parte de los casos son puntuales, en los que se comete un delito y una falta de una manera muy coyuntural, por lo que llegar a juicio es a veces desbordar el proceso». Muchas veces, según la magistrada, son los padres los fuerzan la situación y hacen que algo que podría resolverse con diálogo acabe en un proceso judicial.

En el caso de los menores, la mediación se realiza a través del Juzgado. Es el denominado equipo técnico, formado por una psicóloga, una trabajadora social y una educadora social, el que dirige la mediación. Tal y como explica José Fernández Mérida, uno de los dos fiscales de Menores, la importancia de este procedimiento radica en que el «menor reconozca los hechos», sobre todo en muchos de los casos de menor entidad que llegan al Juzgado y que «se podrían resolver sin necesidad de acudir a un juicio». El fiscal decide si se lleva a cabo una mediación o no.

A partir de ese momento, el equipo técnico se pone a trabajar. El infractor debe reconocer lo que ha hecho y «debe tener voluntad de reparar el daño», explica una de las integrantes del equipo técnico. En este proceso, aclaran, no sólo es pedir perdón, también hay una compensación económica a la víctima o al perjudicado. El equipo técnico convoca un encuentro entre ambas partes. Lo que se persigue al ponerlos cara a cara es que el infractor «se ponga en el lugar de la víctima» y ésta muchas veces «puede romper muchos prejuicios respecto al infractor». De esta forma, las dos partes toman protagonismo en el proceso, ya que sólo están ellos en el encuentro, con una persona del equipo técnico presente que participa lo mínimo. Todo lo tratado en ese encuentro es estrictamente confidencial y si hay acuerdo se firma un compromiso y se envía a Fiscalía para que sobresea el asunto.

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