El Correo de Burgos

La R-evolución pervive pese a la 'Cultura para la Convivencia' de San Sebastián

Tras conocerse la decisión del jurado de designar a la ciudad donostiarra Capital Europea de la Cultura, el sentimiento de decepción invadió el Teatro Principal

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Burgos

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C.VELASCO / Burgos

El presidente del jurado encargado de decidir que sea San Sebastián la Capital Europea de la Cultura en 2016, Manfred Gaulhofer, aseguraba justo antes de dar a conocer el veredicto final que la capital donostiarra les había sorprendido por su compromiso «para meterse en la cultura y olvidar un pasado de violencia». Un perfil que ha conseguido ganarse el favor de los miembros del jurado y, con ello, hacer enmudecer por un momento al Salón Rojo del Teatro Principal, donde representantes del ámbito político, empresarial, cultural y social de la capital esperaban «con prudencia y optimismo»el fallo que se emitió desde el Ministerio de Cultura, en Madrid.

El silencio inicial se rompió con los aplausos de los allí presentes al grito de «Burgos, Burgos» y con los abrazos del presidente de la Fundación Burgos 2016 y alcalde de Burgos, Javier Lacalle, cuyos movimientos estuvieron vigilados de cerca por las cámaras de los medios de comunicación. Con semblante severo -el mismo que presentaba pocos minutos antes del acto mientras jugueteaba nerviosos con el móvil- fue el encargado de romper el hielo y lo hizo de una manera rotunda ante los rostros decepcionados del público.

Con un tono elevado en su voz y visiblemente emocionado, Lacalle, recibió muestras de cariño de los representantes de todas las administraciones (el delegado de la Junta de Castilla y León, Jaime Mateu; la subdelegada del Gobierno en Burgos, Berta Tricio; y el presidente de la Diputación Provincial, César Rico, entre otros). Caras nuevas o ya conocidas que ofrecían una misma imagen de desencanto. Ni tan siquiera las palabras de ánimo de Lacalle para una ciudad «vibrante, con inquietud e ilusión ante el futuro», evitaron la decepción por el hecho de que la R-evolución no obtuviera este reconocimiento que hace que la ciudad «gane en prestigio y calidad», tal y como remarcó la ministra de Cultura. Ángeles González Sinde aprovechó su intervención para alabar el papel de los burgaleses, «que se han levantado con la cultura» e instó a todas las capitales a que continúen en «la senda»; y es que, la capitalidad «es el destino y no el final», puntualizó antes de conocerse el nombre de la ciudad ganadora.

Por su parte, el presidente de la fundación insistió en que, «con título o sin título, Burgos tiene un reto para trabajar hacia el futuro». Algo que permitirá que «nadie tenga ninguna duda de que Burgos será una R-evolución cultural durante los próximos años».Con las palabras de Lacalle concluyó el acto en el que no se pudieron descorchar las botellas de champán preparadas al efecto.

El ambiente tampoco fue festivo entre la delegación burgalesa que siguió de cerca la ceremonia en Madrid. Allí, el patrono de honor de la Fundación, Juan Carlos Aparicio, y su director general, Diego Fernández Malvido, no ocultaron su decepción, aunque insisiteron en que el trabajo está bien hecho.

Más información en las páginas 42 y 43 de EL MUNDO.

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