El Correo de Burgos

La última gran presa de la región se retrasa a 2014 tras duplicar su coste

El embalse de Castrovido, en la provincia de Burgos, incrementa su presupuesto de 70 a 160 millones de euros por los problemas surgidos en la cimentación del muro

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Burgos

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JOSÉ LUIS CABRERO / Valladolid

Las obras del embalse de Castrovido, en Burgos, han entrado ya en su fase final y todo parece indicar que el embalse podrá estar terminado en el año 2014. Lo de menos en este asunto es el retraso que lleva este mastodóntico proyecto, dado que ya tenía que estar terminado desde hace varios años, lo fundamental, según Pedro Matías, director técnico de la Confederación Hidrográfica del Duero,  es que «sigue en marcha, los trabajos se están ejecutando a un ritmo normal y el dinero está convenientemente presupuestado».

Para Matías, Castrovido a pesar de los aplazamientos  y de las numerosas dificultades presupuestarias por las que ha atravesado «se ha ejecutado con la lentitud propia de este tipo de proyectos». No hay que olvidar, señala, que este embalse burgalés está previsto que sea «la última gran presa de la cuenca del Duero» y este tipo de proyectos tienen una extraordinaria dificultad técnica que obliga a realizar importantes modificados de obra.

Deslizamiento de tierras

Este ha sido, precisamente, el gran problema de Castrovido. La necesidad de mejorar sustancialmente la cimentación del muro de contención y los deslizamientos de tierra de las laderas  han puesto contra las cuerdas un proyecto que ha visto como su presupuesto inicial, en torno a los 70 millones de euros, se incrementaba hasta los 160. Sólo el tercer modificado, explica Matías, «ha requerido de una inversión complementaria de 90 millones de euros».

Tanto dinero quedará enterrado en las laderas de Castrovido a más de veinte metros de profundidad entre 700.000 metros cúbicos de hormigón. La principal dificultad técnica a la que se han tenido que enfrentar los responsables del proyecto ha sido a la «rápida meteorización» del terreno presente en la zona, que ha exigido «excavar mucho más de lo previsto» y con ello, aumentar significativamente el volumen de hormigón. El muro, en contra de los creído por mucha gente, «no será más alto después de este modificado, simplemente, se adentrará más profundamente en el terreno para garantizar la estabilidad del embalse».

El sólido muro de la presa de Castrovido permitirá, de una vez por todas, que los vecinos de la cuenca baja del Arlanza duerman tranquilos en las épocas de lluvia. El principal objetivo del embalse será la laminación de avenidas, aunque también permitirá el riego de 6.000 hectáreas, la mejora en el abastecimiento de agua potable de 30.000 familias y el mantenimiento de un caudal ecológico.

Medio siglo

Los colectivos sociales que desde hace años apuestan por la construcción de Castrovido, agrupados en una comisión de seguimiento del proyecto, aceptan ya resignados la lentitud exasperante que rodea todo lo que tiene que ver con esta presa. Dositeo Martín, presidente de la comisión, asegura que los vecinos de la zona «están ya tranquilos, porque saben que más pronto que tarde Castrovido será una realidad».

Llevan, asegura, esperando desde hace medio siglo, así que «tener que aguardar hasta el 2014 tampoco les parece muy grave». Los primeros proyectos relacionados con esta presa datan del año 1934. En 1987 se plantearon diferentes alternativas y a finales de los noventa se aprobó el proyecto.

Después de unos inicios titubeantes, en 2006 se paralizaron de nuevo las obras hasta que hace unos pocos años arrancó de nuevo con fuerza. Con tanto ímpetu, que en algunos momentos, recuerda Martín, trabajaban en la presa 300 personas al día repartidos en tres turnos. Hoy, la realidad es otra y los trabajos «van mucho más lentos, seguramente porque el Estado no tiene dinero», señala Dositeo Martín.

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