El Correo de Burgos

TRIBUNALES

El acusado admite que atropelló a su hermano porque «no me dejaba vivir»

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Burgos

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M. R. / Burgos

Marcelino R.S., acusado de atropellar mortalmente a su hermano César en La Parte de Bureba, admitió en el juicio con jurado popular iniciado ayer en la Audiencia Provincial haberle arrollado con su vehículo porque «una fuerza misma de dentro del alma» le impulsó a hacerlo. «No hubiera querido, pero pasó». En su declaración, el acusado, que interrumpía constantemente el desarrollo del juicio con comentarios, alegó que atropelló a su hermano con su todoterreno porque «no me dejaba vivir».

La acusación solicita una pena de 20 años de prisión por un supuesto delito de asesinato y una indemnización de 300.000 euros para la esposa y los hijos de la víctima. La Fiscalía pide una pena de 15 años de cárcel y que indemnice con 140.000 euros a la viuda y con 14.000 a cada hijo.

El acusado no negó que atropellara a su hermano César, aunque afirmó que el día de los hechos estaba «reventado». A las preguntas de la Fiscalía sobre si atropelló intencionadamente a su hermano respondió que «no le puedo decir qué es intencionadamente». Fue «la mala ciencia que llevaba dentro».

La chispa que pudo prender la mecha fueron unos maderos que habría colocado su hermano frente a su cochera. Marcelino relató que la convivencia con su hermano siempre había sido mala, especialmente en los últimos cuatro años, cuando su hermano comenzó a construirse un 'txoko' y las molestias que eso le provocaba. «Un día eran ladrillos, otro la hormigonera,... era imposible». Describió a César como alguien «poderoso», con un patrimonio amplio, pero que «no me dejaba vivir tranquilo», que él tenía su «pequeña cochera y él tenía muchísimo».  Respecto a lo que pasó el 19 de mayo de 2010, el acusado se mostró menos claro en su explicación y contó lo que sucedió como un enfrentamiento, como un «choque de trenes» entre los dos hermanos, a pesar de que Marcelino iba a bordo de su todoterreno y César estaba junto a un camino con una azada en la mano.

Recordó que ese día por la mañana había discutido con su cuñada por los maderos y la insultó. «Él oyó la discusión y subió con la azadilla». Es en este punto en el que surgen lagunas, ya que la víctima estaba a más de 100 metros de la discusión y, según el relato del acusado, éste se subió al todoterreno y se dirigió hacia su hermano, quien también fue hacia él andando con la azada en la mano. Sin embargo, el atropello mortal se produjo a escasos metros del pabellón en el que César estaba trabajando, aunque el acusado insistió en que «yo iba y él va hacia mí». Después se entregó en el cuartel de la Guardia Civil de Briviesca.

Precisamente, un miembro del jurado popular le preguntó cómo era posible que la víctima se dirigiera a él si su cuerpo se halló a pocos metros del pabellón, pero no lo aclaró. El presidente de la sala le preguntó directamente si quería atropellar a su hermano o no y éste volvió a hablar de que la «fuerza de dentro me llevó».

En la primera jornada de ayer también declararon seis guardias civiles. Los dos primeros estaban en el puesto de Briviesca cuando el acusado se presentó para confesar que había atropellado a su hermano. Uno de ellos recordó que le preguntó si había sido un accidente y «él contestó que no, que había sido intencionadamente». También indicó que estaba nervioso y algo alterado pero su discurso era coherente. El juicio continúa hoy con la declaración de familiares y vecinos.

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