Puertas abiertas a la esperanza
La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui inaugura su sede en Parralillos entre la alegría de tener un espacio que les permita proyectar su lucha y la preocupación por los cooperantes secuestrados ayer
L. B. / Burgos
Rabia duerme. Tiene apenas un mes de vida y su rostro refleja placidez. Una mujer la sostiene en brazos sentada en el suelo. Junto a ellas, la madre de la criatura prepara el té. El líquido salta alegre en los vasos una y otra vez. Su sonido, como un rumor de fondo, sirve de banda sonora a la estampa.
Rabia, en su inocencia de recién nacida, es ajena al revuelo que la rodea. Tampoco sabe, de momento, que su nombre árabe significa jardín en castellano. Y los que la contemplan con ternura esperan que cuando crezca solo conozca por los libros de Historia que su pueblo mantuvo en el exilio durante décadas una lucha firme por su independencia, esa que desde la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Burgos, esperan, logre más pronto que tarde.
Rabia duerme sin saber que asiste a una gran fiesta, una celebración que servía para inaugurar con todos los honores la nueva sede de la agrupación local, un espacio físico (ubicado en el número 10 de la calle Las Infantas, en el barrio de Parralillos) que aspira a «abrir una puerta a la esperanza».
Al menos, ese fue el deseo que manifestó su presidente, Fernando Velar, en su intervención ante los congregados en la sala, al compás de la preparación del té y entre banderas de la República Árabe Saharaui Democrática. Incluso en la propia calle una enseña ondeaba con fuerza -a merced de la intensa corriente- aunque sin inquietar a los inquilinos del local. «Ni el viento puede con ella», sentenciaba orgulloso Velar.
Rabia frunce el ceño por un momento. Segundos después vuelve a recobrar la serenidad. Su madre continúa elaborando el té, el proceso tiene sus pasos y han de seguirse con precisión para lograr el sabor que le otorga la fama. A su alrededor, a la espera de que empiece la fiesta y 'corra' el vino y la tortilla, el tema de conversación se repite en todos los corrillos. Y es que la jornada en la que debía reinar la alegría de disponer de un nuevo espacio, cedido por la Junta de Castilla y León y habilitado por los propios socios, que brindara a la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui la proyección necesaria para sensibilizar a la sociedad burgalesa con su lucha, amanecía con una mala noticia, el secuestro de tres cooperantes, dos españoles, en el Sahara.
Tanto Velar como el alcalde de la ciudad, Javier Lacalle, manifestaron su preocupación y confiaron en una pronta liberación. El presidente de la agrupación burgalesa deseó que este suceso no impida a aquellos que tenían planeado acudir a los campamentos en los próximos meses lo hagan. Y es que la ayuda económica que suele acompañar a estas visitas es, a juicio de Velar, «más necesaria que nunca ya que dependen de una solidaridad internacional que cada vez debe atender a más compromisos».
En el capítulo de mensajes, agradecimientos y recordatorios, hubo para todos. Lacalle manifestó su intención de mantener el respaldo que hasta ahora ha brindado el Ayuntamiento a las actividades promovidas por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, que supera los 200 socios, entre las que destacó la acogida de niños por familias burgalesas en los meses de verano y la campaña humanitaria que cada año traslada a los campamentos toneladas de material de gran utilidad. Cabe recordar que este apoyo se traduce en un convenio de colaboración por valor de 70.000 euros al año.
Por su parte, Velar bendijo este compromiso y reclamó que el equipo de gobierno, sea del signo que sea, que salga de las urnas el 20 de noviembre «aborde de una vez este tema, que salde esta deuda histórica de España y promueva un referéndum como primer para el cumplimiento de las resoluciones de la ONU». «Los acontecimientos que se suceden en el mundo árabe parecen favorecer este desenlace, sin olvidar que este espíritu que ahora se extiende prendió hace cinco años en el Sahara», añadió. De vencer su eterna y sorda lucha, auguró Velar, convencido, la sede que ayer se inauguraba se convertirá en la del consulado de un Sahara libre.
Y que Rabia lo vea.