El Correo de Burgos

>VISTA POR HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA / Primera sesión

Un testigo que aseguró haber visto la paliza a Aitor se retracta durante el juicio

Reconoció que se lo contó una amiga. Los acusados niegan haberle golpeado

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Burgos

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L. B. / Burgos

El primero de los dos testigos que participaron en la sesión inicial del juicio contra los presuntos culpables de la muerte de Aitor del Álamo el 14 de noviembre de 2009 se retractaba de su primera declaración en la que aseguró haber presenciado la paliza. J.J.A. explicó que, en realidad, se lo había contado una amiga pues él se encontraba dentro de un bar durante la agresión y cuando salió, alertado por la citada amiga, sólo vio a Aitor tendido.

El relato de J.J.A. comenzó tras las intervenciones de los dos imputados, Marian C. y Alexandro I., para los que la Fiscalía y la acusación particular piden tres y cuatro años de cárcel, respectivamente, por homicidio por imprudencia, aunque ambos negaron haber golpeado a Aitor.

El joven J.J.A., que era agredido supuestamente en primer lugar por Alexandro, mantuvo ante las preguntas de las partes que el acusado le propinó un puñetazo que le hirió en el labio tras haber rechazado que le pasara el brazo por el hombro.

El testigo, que en su  declaración inicial aseguró haber presenciado momentos después de recibir el golpe la paliza a Aitor del Álamo por parte de Marian y Alexandro, cambió la versión durante la vista al afirmar que la agresión se produjo mientras él se hallaba dentro de un bar próximo y que fue una amiga la que entró a decirle que los mismos que le habían pegado a él estaban golpeando a otro joven. «Cuando salí solo vi a Aitor tendido, parecía inconsciente pero se incorporó», explicó. Tanto la fiscal, como el abogado de la acusación particular y los letrados defensores insistieron en la incoherencia de la declaración realizada ayer por J.J.A. y la que firmó hace dos años, en la que identificaba a Marian y a Alexandro como autores de los golpes que pudieron costar la vida a Aitor, de 20 años de edad.

Aunque en varias ocasiones se mostró dubitativo, el testigo defendió la segunda versión, en la que él se encontraba dentro de un bar durante la supuesta agresión, sin asistir a ella. Negó además cualquier tipo de presión o coacción y aseguró no tener miedo a posibles represalias por su testimonio.

Antes, Alexandro, que respondió con detalle a todas las preguntas formuladas, defendió su inocencia. Reconoció que junto a su amigo Marian estuvo en un bar próximo a la zona de Bernardas en el que localizó a una joven «que conocía de vista del colegio» que se encontraba con más chicas y chicos. A la salida, entre la 1.30 y las 2 de la madrugada, el acusado, según su relato, habló con uno de los jóvenes que acompañaban a la joven, que resultó ser J.J.A. y le pasó el brazo por encima del hombro para comentarle que quería hablar con la chica. «No le sentó bien», apuntó y supuso que esa fue la razón por la que este chico, J.J.A., lo empujó. Alexandro reconoció haber devuelto el empujón y «fue entonces cuando él salió corriendo y chocó con Marian», contó y señalaba que las lesiones que J.J.A. atribuye a una agresión «pudo provocárselas en ese momento».

Forcejeo

Fue entonces cuando, siempre según el testimonio de Alexandro, apareció Aitor del Álamo. «Intentó mediar porque creo que él pensaba que había una pelea» y «le agarré las manos, le sujeté porque pensaba que me iba a pegar». Después de lo que, precisó, en su opinión fue un forcejeo y no un empujón como explicó en la primera declaración que realizó en el Juzgado de Instrucción, error que atribuyó a «dificultades con el idioma».

Tras el supuesto forcejeo Alexandro aseguró haber visto como Aitor se dejaba caer en el suelo «como si estuviera cansado» y después se tumbaba para levantarse al rato. «Se acercaron a él un chico y una chica y nosotros nos fuimos a otro bar», declaró y rechazó en varias ocasiones haber golpeado o empujado a Aitor y negó haberse ido corriendo.

El juicio, que continuará el próximo martes, comenzó no obstante con el testimonio de Marian C. que era trasladado desde prisión, donde ingresaba en verano al ser detenido en la Costa del Sol tras permanecer once meses en paradero desconocido después de que violara la libertad condicional. El acusado reconoció haber estado en las Bernardas y también que junto a Alexandro se disponía a cambiar de bar mientras hablaba con unas chicas que no conocía cuando vio a un joven -Aitor del Álamo- sentado en el suelo entre dos coches. Marian rechazó haber tenido contacto alguno con el joven y dijo que no vio que nadie lo agrediera.

El segundo testigo en declarar, H.R., lo hizo oculto tras un biombo. Explicó que se encontraba con unas amigas y dos amigos de una de ellas -uno era J.J.A- la madrugada del 14 de noviembre de 2009. Señaló que «el más alto de los dos» acusados golpeó al primer testigo con un vaso aunque aseguró desconocer el origen de esa agresión y tampoco vio el puñetazo que, según el propio afectado, le pegó Alexandro.

Según el relato de H.R., Aitor estaba solo, «parecía borracho, se tambaleaba al andar», y se dirigió a los acusados para pedirles que dejaran en paz al otro joven. Tras esto, el testigo dijo perder de vista lo ocurrido al encontrarse en medio una furgoneta de «unos dos metros de alto». Lo siguiente que vio fue a Aitor tendido. Estos hechos y los ruidos que pudo oír desde donde se encontraba, «como de movimientos bruscos, forcejeos y finalmente, el golpe seco de una cabeza contra el suelo», le hicieron deducir, relató, que los acusados le habían propinado al joven una paliza que, reconoció, no presenció.

Con todo, estos relatos son sólo el primer capítulo de un juicio que se prolongará más allá de las dos sesiones previstas a causa del elevado número de testigos cuyas intervenciones podrían ser cruciales para esclarecer las circunstancias que rodean la muerte de Aitor del Álamo.

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