CURPILLOS
Las Huelgas se viste de largo para contemplar 800 años de historia
M. R. / Burgos
La celebración religiosa del Curpillos, con la tradicional procesión que recorre el barrio de Las Huelgas, tenía ayer un significado diferente, ya que se cumplían 800 años de la batalla de las Navas de Tolosa y cuyo famoso Pendón custodia el Monasterio de Las Huelgas.
Una cifra redonda que también sirvió para que gran parte de las autoridades, entre ellas el recién nombrado comandante militar de Burgos y Cantabria, Miguel Alcañiz, quien se encarga de portar la réplica durante la procesión. También el alcalde, Javier Lacalle, se estrenaba como primer edil en la que calificó como «posiblemente la fiesta más entrañable de la ciudad», al igual que cargos como el presidente de la Diputación, César Rico, el delegado territorial, Baudilio Fernández, o el subdelegado, José María Arribas.
Todos ellos mostraban su satisfacción y aprecio por una fiesta que alterna la devoción religiosa con la alegría popular. El lado más solemne comenzó con la celebración religiosa, oficiada por el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín. Una ceremonia que dio paso a la procesión, que este año se hizo esperar ya que comenzó con cerca de 50 minutos de retraso que los cientos de burgaleses que se acercaron al barrio de Las Huelgas aguantaron con paciencia. En esta ocasión, la agradable temperatura permitió hacer más fácil la espera. La interpretación del Himno a España a cargo de la sección de Música de las Fuerzas Pesadas y la llegada de los Gigantillos y los Gigantones ya anunciaban el comienzo de la procesión.
Era también el momento del lado más popular del desfile. Los Danzantes y Tetines, a ritmo de dulzaina, ofrecían una de las imágenes que más se repetirán a lo largo de este mes en las diferentes celebraciones festivas, como la más solemne del Corpus que mañana se celebra. La cofradía de San Antonio Abad y representantes de la peña de Las Huelgas precedían a la comitiva encabezada por el general Alcañiz, quien llevaba el Pendón de las Navas de Tolosa flanqueado por mandos militares y responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Un grupo de niños que han hecho este año la Primera Comunión daba paso al arzobispo, que portaba al Santísimo bajo palio. La comitiva de los diputados provinciales y la de los concejales del Ayuntamiento, en la que se podían ver caras nuevas respecto al año pasado. La procesión se cerraba con una compañía de honores formada por miembros del Regimiento de Campaña 11 (RACA 11), con sede en la base de Castrillo del Val. Y como también es tradicional, el recorrido terminó en la pequeña capilla de San Antón, donde tras una oración, desde una pequeña ventana superior se lanzaron pétalos de flores sobre el palio que protege el Santísimo. La procesión volvía sobre sus pasos con destino al Monasterio, donde el Himno a España cerraba un acto genuinamente burgalés.