El Correo de Burgos

El latido del Yagüe se apaga

El Hospital General Yagüe echa hoy su cierre definitivo tras 52 años en activo y muchas historias a sus espaldas

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Burgos

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L. Sierra/ ICAL

La entrada del Hospital General Yagüe es muy distinta a la de días anteriores. Un mar de cajas de cartón, expedientes y carros de mudanza se confunden con los escasos pacientes y familiares que todavía aguantan en el complejo asistencial. La vieja residencia echa hoy su cierre definitivo tras 52 años de actividad. Un tiempo que ha dejado historias felices, momentos de superación y desenlaces trágicos en un mismo espacio que el Sacyl ha decido jubilar para siempre.

Un sentimiento de emoción embarga las últimas horas del Yagüe y se instala en medio de un traslado de unidades y pacientes que comenzó hace unas semanas y que se ha desarrollado con total normalidad. Sin duda, los profesionales son los que más sienten dejar la que hasta ahora ha sido 'su casa', y por ello se afanan en disfrutar de las últimas horas de vida de un complejo asistencial creado en la época de Franco.

Blanca Santamaría Rodrigo, directora de Enfermería del Hospital, será una de las últimas personas en abandonar el barco. Como ella, las subdirectoras de Enfermería del Hospital General Yagüe, Amaia Jiménez y Irene Arenas. «Llegué hace apenas mes y medio del Hospital de Fuentebermeja que también jubilé y ahora me toca jubilar éste al que hemos cogido tanto cariño», confesó la directora.

Los bolsillos de las batas de los facultativos guardan estos días un utensilio que poco tiene que ver con la medicina. Son muchos los médicos que, con un sentimiento de nostalgia, matan el poco tiempo libre que les queda haciendo fotos del hospital que en unas horas echará el cierre definitivo. «Yo ya he hecho 800 fotos», bromea el doctor Álvarez, cirujano que aprovecha su día libre para llevarse de su despacho los documentos que necesita para su primer día en el Hospital Universitario. «Antes de que nos cierren hay que llevarse todo», explica este profesional que ha pasado 15 años en el Yagüe.

Las últimas horas son las más emocionantes y las más tristes. En eso coinciden todos los profesionales que trabajan en el hospital y que en los últimos días han celebrado fiestas de despedida con champán incluido y no han dudado en retratarse con pacientes, familiares y desconocidos. A todos les une un mismo sentimiento, una especie de nostalgia aún no creada hacia un espacio en el que unos han crecido como profesionales, otros han perdido a sus seres queridos y los más afortunados han visto nacer a sus hijos.

Plantas vacías

El silencio se ha instalado desde hace días en la mayor parte de las plantas del hospital, que se encuentran vacías y aisladas. «La mayor parte de los accesos se encuentran cerrados y precintados para evitar que se produzcan incidentes o desaparezca el material que después va a ir a parar a otros hospitales del Sacyl», explica Santamaría. Una estampa inusual que deja al descubierto camas vacías, camillas paradas y olvida que hubo un tiempo en el que en este mismo espacio se salvó la vida de miles de personas.

Las cabinas de teléfono público y las máquinas de café y de agua han desaparecido de su lugar, pese a que en algunas plantas la vida continúa. Este es el caso de la unidad Materno-infantil en la que se oyen los gritos de una parturienta. «Esperamos que nazcan más bebés antes de cerrar, pero no nos iremos hasta que haya nacido el último», confiesa a la matrona más veterana del área que lleva 34 años ayudando a alumbrar a mujeres en este complejo. De este modo, y según se ha acordado en el régimen de traslado, la planta de maternidad será una de las últimas en cambiar de ubicación.

La mudanza y el traslado han afectado a todos los rincones del complejo asistencia, también a los de culto. Este es el caso de la capilla, situada en la planta baja, y en la que pese a contar con tallas de importante valor y tamaño ha dejado de «sentir a Dios» al desaparecer el sagrario. Así lo explica su capellán, quien apenado y con una fuerte emoción nos confiesa que deja el cargo después de 37 años ofreciendo consuelo espiritual.

Toda una vida

El 10 de junio de 1960, 'las 300 camas' admitieron su primer enfermo. Comenzaba a escribirse entonces la historia de un hospital levantado por el Instituto Nacional de Previsión en la España de los 60. De las 309 camas iniciales se pasó con el paso de los años a 662, y de una plantilla de 129 profesionales a una mucho más amplia cercana a los 500 trabajadores entre médicos, enfermeras, celadores, etc.

Como datos para el recuerdo, destacar que la primera intervención quirúrgica fue un cáncer de estómago realizada a un ferroviario al que se le practicó la técnica de 'Tomoda'. Cinco décadas después de aquello, el viejo hospital de las 300 camas ha merecido reconocimientos en distintas áreas al contar con prestigiosos equipos y unidades de referencia nacional.

«Ha sido toda una vida, como dice la canción», apunta Santamaría, quien recuerda que muchos de los profesionales que ahora dejan sus despachos «han nacido en el hospital y han visto morir en él a los suyos». Pese a la morriña, todos los trabajadores afirman «estar encantados» con el cambio, conscientes de que el nuevo hospital, «además de ser mucho más grande» es un centro de» vanguardia y referencia».

¡Hasta siempre!

El reloj del hospital está a punto de ser desconectado. La última guardia de los profesionales médicos converge con la desorientación de familiares que acaban de perder a un ser querido y la euforia de una pareja que sale en brazos con su recién nacido. El camión de la mudanza aparca frente a la entrada principal, mientras un grupo de currelas apila las cajas que quedan. «Ahí va todo lo que tenemos. Fotos, expedientes, libros…», destacan Irene, Blanca y Amaia.

Una última foto queda para el recuerdo. En el medio, Santamaría, a su lado «sus ojitos derecho e izquierdo», Arenas y Jiménez, respectivamente. Tres profesionales que comienzan a despedirse de un espacio que, además de centro de trabajo, ha sido casa, lugar de encuentro y el sitio en el que todas ellas han visto cumplidos sus sueños.

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