Los ojos de Atapuerca

MARTA CASADO / Burgos

Jordi Mestre y Javier Trueba no son científicos ni investigadores. Sus nombres no encabezan sesudas publicaciones científicas pero están ligados como los arqueólogos o más que ellos a las excavaciones de los yacimientos de Atapuerca. Son los testigos de lo que allí sucede, son el testimonio directo de lo que se recoge y entre los dos pueden relatar la historia de más de tres décadas de descubrimientos. Ellos documentan cada momento histórico que el trabajo arqueológico está obligado a destruir. Ellos son los ojos de Atapuerca.

Cuenta Jordi Mestre, químico de formación y fotógrafo de profesión, que en el archivo fotográfico del Instituto de Paleontología Humana de París se conserva una imagen de la cantera de Saint-Acheul (Francia) donde aparecieron los primeros bifaces de la industria achelense. Esa cantera hoy no existe pero en la antigua imagen que le tocó digitalizar, dada su formación en fotografía histórica, se puede ver hasta la estratigrafía. Afirma que ese archivo es lo más antiguo que hay en documentación de arqueología. Cuando dentro de cien años alguien quiera conocer cómo eran la Gran Dolina o la Sima de los Huesos tendrán que acudir al trabajo de documentación que Jordi Mestre y Javier Trueba han realizado. Entre los dos suman miles de fotografías y miles de minutos de grabación en formato cinematográfico. Sigue en edición impresa