El Correo de Burgos

CARNAVAL 2013 / EL DESFILE

¡A disfrazarse, que son cuatro días!

Miles de personas 'calientan' el centro histórico de la ciudad con el gran desfile de Carnaval

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Burgos

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M. R. / Burgos

El gran desfile de Carnaval, el enorme paseíllo por las calles del centro de los más diversos y extraños disfraces, acaparó ayer las miradas de miles de burgaleses que acudieron a una de las citas centrales de esta celebración en la que el frío es un personaje más, como Don Carnal y Doña Cuaresma.

El aire reivindicativo y burlón de los carnavales regresó un año más al desfile. La Factoría Circular abría el recorrido desde la plaza del Rey San Fernando con su peculiar banda con sus integrantes incrustados en una rueda que va girando mientras tocan. Seguidos muy de cerca unos indios a caballo se mezclaban casi con unos zancudos dieciochescos y sus mascotas rosadas.

Don Carnal, con su habitual tono socarrón no paraba de preguntar «dónde está mi obispo, dónde está mi obispo». Mientras, no paraba de lanzar mensajes y consejos sobre lo cortos que son los carnavales y que hay que aprovechar el tiempo. Si no, luego «no os quejéis». A la vez que seguía preguntando por su obispo, y ya se veía que se acercaba Doña Cuaresma, hacía una oda al exceso y clamaba: «Comed chorizo, que comeréis sardinas 40 días». Casi persiguiendo a Don Carnal asomaba Doña Cuaresma, con su discurso de «ayuno y abstinencia».

De poco se abstuvieron ayer en el desfile, en el que el recuerdo a los payasos de la tele, tras la reciente muerte de Emilio Aragón, 'Miliki'. No podían faltar los disfraces y las referencias a la gallina turuleca, ya sabe: «Ha puesto un huevo, ha puesto dos,...».

Pingüinos y piratas, pitufos y vikingos, junto a numerosos carritos con niños forrados dentro, se iban sucediendo al ritmo de canciones del momento, entre las que no podía faltar 'Gangnam Style', que quedó muy lucida con la coreografía planteada por los integrantes de la peña San Vicente, del barrio de la Ventilla. Sus disfraces de 'Elvis' decadentes eran el complemento perfecto.

La queja y la referencia a lo que está pasando eran inevitables. Un nutrido grupo de jóvenes disfrazados de sobre hacían pensar en casos de corrupción actuales, pero no, era una queja por la inevitable fuga de cerebros que no encuentran empleo. Otros, disfrazados de gallinas, portaban un cartel con la siguiente queja: «Chorizos, así nos vais a dejar, sin plumas y cacareando. Corruptos». Pues eso. La queja siguió durante el desfile, que se cerró con miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, disfrazados con ladrillos que pendían como sobre sus cabezas como una espada de Damocles.

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