El Correo de Burgos

El culpable de que los Pokémon hablen español

Un joven burgalés reescribe en castellano los textos de la multinacional Nintendo

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Burgos

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Si cree percibir un ligero acento burgalés cuando juega con Pokémon no es una alucinación. Detrás del juego se encuentra el verbo de David Gutiérrez, un periodista de Burgos de 24 años que un día saltó al vacío y con el inglés que había aprendido en el colegio y una visita de apenas dos semanas a Japón se puso al frente del área de traducción de la multinacional Nintendo, que comercializa la saga infantil más vendida del mundo, Pokémon, de los que ya hay más de 700.Arrojo no le falta a este autodidacta que al final se ha encumbrado en Nintendo y su trayectoria encarna el auténtico espíritu emprendedor. Le apasionaba Japón, los juegos de animación ocupaban buena parte de su ocio -gracias a que su padre posee un quiosco de prensa que le dejaba en bandeja todo tipo de cómic- y el resto, hasta llegar a la multinacional en 2007, fue una concatenación de suerte y atrevimiento.Comienza la aventuraUn día se enteró de que Nintendo, la empresa líder en el mercado mundial de las consolas, buscaba correctores para su central en Europa, ubicada en Frankfurt, y allí envío su curriculum. Ni sabía alemán ni apenas japonés, el inglés básico del instituto, la carrera de periodismo sin concluir... Con este bagaje se presentó en Alemania y confiesa que cautivó a los japoneses con su sinceridad. Ni infló sus conocimientos ni se colgó medallas. Reconoció sus carencias y su afán por seguir aprendiendo y así triunfó.Desde entonces han transcurrido seis años. David ya está afincado en Frankfurt y se encarga de controlar que los textos que acompañan a los juegos de Nintendo, entre ellos el archifamosos Pokémon, estén correctamente traducidos del japonés al español. «No es traducción» su área de trabajo, matiza, «sino localización». Es decir, evitar errores para que los diálogos de las animaciones o las instrucciones de uso sean correctas, tengan calidad y sentido en el contexto donde irán.El traductor transcribe el significado pero David y sus compañeros contextualizan los textos. Así comprueban, por ejemplo, que una instrucción no imponga ir a la derecha cuando la realidad es que debe dirigirse a la izquierda. Sobre sus hombros recae la responsabilidad de que quien juegue con la consola de Nintendo no sólo entienda cómo debe moverse, sino qué le dicen las animaciones. Ahí estriba un serio problema, porque las creaciones están ideadas por japoneses y su peculiar forma de ver la vida no coincide a menudo con la cultura occidental.Este intrépido burgalés  escribe sobre el cuaderno un palabra en japonés que le ha dado más de un dolor de cabeza. Salishii. «Es imposible de traducir», confiesa, porque alude a un sentimiento que se aproxima a la morriña gallega pero no es exacto. «Es un sentimiento de tristeza porque no están con quien quieres, pero no estás solo», explica mientras reconoce que resulta imposible resumir esa idea de ausencia en una sóla palabra. Otra dificultad que aparece cada día. El sentido del humor japonés es diametralmente opuesto al de otras culturas y cuando los creadores de Nintendo idean una situación que para ellos es muy cómica al extrapolarla al mercado europeo  ni siquiera provoca una sonrisa.30 millones de usuariosDavid relata su periplo por la multinacional con una total ausencia de engreimiento. Sin ningún signo aparente de asombro cuenta que los productos en los que trabaja llegan a un mercado de más de 30 millones de personas cada año. «Mejor no pensarlo», dice mientras por primera vez transmite la sensación de vértigo. Las cifras que desgrana apabullan. El hijo del quiosquero que se presentó en Frankfurt participa cada año, y ya casi van seis, en la elaboración de dos grandes juegos que Nintendo pone en el mercado. La multinacional denomina juegos «grandes» aquellos que computan más de un millón de palabras. Casi forzado cuenta que también reescribe los textos en español de «obras menores» como puzzles o descargables.En el lustro que lleva en Alemania se ha ido creando su propio grupo en el que incluye a los 40 españoles que trabajan para Nintendo en su mismo departamento. Pero no rompe los vínculos con Burgos, ciudad a la que se desplaza dos veces al año y cuyas fiestas no sólo vive sino que retransmite para una televisión local.Mientras retorna a Frankfurt ya vislumbra su siguiente reto: vivir en Japón. Al menos una temporada. Como aperitivo de ese desembarco, el Navidades volverá al país nipón. Esta vez, como turista. Dentro de un tiempo...

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