El Correo de Burgos

"Aquí hay que venir sanos"

Los usuarios se quejan del laberinto que tienen que recorrer cada día para llegar al Hospital

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Burgos

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El peregrinaje al que están obligados los usuarios del Hospital provoca una indignación mezclada con cierta resignación ante lo que se sospecha inamovible. El escepticismo asoma cuando se les comunica que quizás, sólo quizás, puedan cambiar las cosas si se acerca la parada del autobús hasta las inmediaciones del recinto sanitario. Intuyen que el laberinto para llegar al núcleo hospitalario ya no tiene remedio y cada día tendrán que caminar, tomar el ascensor o subir  por las escaleras si quieren llegar a la consulta o a visitar a un paciente. De ahí la resignación y el escepticismo que resume un usuario: «aquí hay que venir sano». Muletas, sillas de ruedas o lesiones son incompatibles en la carrera de obstáculos.«Es un galimatías». Camina rápido hacia la salida y la sorna aparece en su rostro cuando mira hacia atrás, al ascensor del que acaba de bajarse. Sigue sin entender cómo es posible que sea, junto a las escaleras, la única vía de acceso al Hospital. «Inconcebible», murmura mientras tacha el recorrido de «galimatías» a sabiendas que aún le quedan varios centenares de metros hasta dejar atrás el complejo sanitario y acercarse hasta la parada de bus. Mira hacia atrás con cierta sorna y sigue negando con la cabeza mientras piensa en el laberinto que acaba de recorrer.«Vergonzoso». Sin paños calientes. Tiene media edad y camina hacia la parada del autobús. Aprovecha las preguntas para despacharse contra todos y contra todo. Estima que sobran las justificaciones ante el recorrido que tiene que hacer a diario para visitar a un familiar. «La culpa es de todos», señala, y engloba a políticos, concesionaria «y algún médico». «Están arruinando la Seguridad Social y aquí sacan dinero por todo». Eso sí, no quiere dar el nombre aunque sigue vaticinando que todo irá a peor.«¿Y cuando se estropee el ascensor?». Trabaja en el Hospital y por eso opta por el anonimato. Pero se pregunta qué ocurrirá con quienes tienen algún problema de movilidad o van con alguien impedido si el ascensor que eleva a los usuarios hasta el vestíbulo se estropea. «Tendrán que subir por la escalera o intentar acceder por otros servicios, como Urgencias», señala. Ella conoce los caminos internos del recinto pero aún así reconoce que no es fácil eludir la ruta oficial para evitar tanto obstáculo.«El autobús debe entrar y llegar hasta consultas». Rotunda. Conoce el Hospital porque casi a diario lo visita por razones profesionales y sigue sin comprender cómo se hace una inversión de tal calibre y luego se diseñan unos accesos tan «disparatados». Oculta su nombre porque sabe que es conocida pero eso no le impide señalar que el centro sanitario no cuenta con los medios que permitan facilitar su recorrido. «Hay más de un kilómetro hasta el final del Hospital», insiste, y critica que el aparcamiento no tenga precios más asequibles.«Como no estés sano...». Es el único que no pone ningún reparo a dar su nombre. Francisco Javier lleva un año recorriendo de forma frecuente el camino hacia el Hospital y resume las quejas generales sobre los accesos con un rotundo «aquí hay que venir sano». De lo contrario, insiste, resulta una ardua tarea salir indemne de tanta escalera, cuesta, vereda y terraza antes de aterrizar en el inmenso vestíbulo del centro.«Un parking prohibitivo». Junto al autobús es lo que más críticas suscita. Sus precios, altos, y la dificultad de acceder a él desde cualquier punto. Es una tarea imposible, señala un joven que está de visita. «Las puertas de acceso están cerradas y hay que rodear todo el Hospital para poder entrar a por el coche», murmura mientras trata de encontrar esa puerta que al fin le libere.«La culpa es del Hospital». Es funcionaria municipal y exculpa al Ayuntamiento de que el bus no acceda al Hospital. Por eso señala a la concesionaria.

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