¿En efectivo o con tarjeta?

M. GASTÓN OROZCO

Las cifras hablan por sí solas. Cada vez menos españoles usan las tarjetas de crédito. Atrás quedó el prototipo de mujer compradora compulsiva, o el dandy que invitaba a todos en el bar a una ronda con su tarjeta platino. Ahora es mejor que dicho plástico quede bien guardado en el tarjetero de turno.

Según datos del Banco de España, el consumo ha descendido, pero también las compras realizadas con las tarjetas de crédito. Los sectores que más han notado esta caída han sido el de transporte, el de joyería y el de ocio. Ámbitos que la sociedad considera como caprichos de la vida y no necesidades de primera instancia.

La recesión acarrea que el ciudadano tenga menos capacidad adquisitiva, por tanto el dinero que fluctúa por los comercios es menor. Si a esto se le añade las subidas de IRPF o las del IVA, tenemos un combinado que trae consigo una resaca de contención a la hora de realizar compras.

En palabras de Enrique Bañuelos, presidente de la Federación de Empresarios de Comercio (FEC), «los ingresos que genera nuestras actividades comerciales a través de las tarjetas son beneficiosos para los bancos, porque sin trabajar consiguen amplios beneficios».

Entre los bancos que más rentabilidad obtienen con esta técnica están el Santander, Barclays y Sabadell. Mientras, al otro lado de la cola, aquellos que menos sacan son Kutxa Bank, ING o Caixa Geral. Los primeros oscilan entre el 30% TAE (interés anualizado) y los segundos alrededor del 15% TAE. Es decir, la diferencia es del doble en cuanto a los beneficios que obtienen por ser el banco usado para este tipo de transacciones.

El mantenimiento de esta clase de cuentas resulta un coste de más para el español de a pie, y por ello no es de extrañar que haya disminuido y haya pasado de 41,89 millones de tarjetas a 41,33.