El Correo de Burgos

BURGOS GASTRONÓMICO

Mágica pincelada entre manteles y copas

Ksenia Filíppova se suma a la Capital Española de la Gastronomía con una colección que recoge el ambiente de las zonas de hostelería de Burgos. Sala Plaza España de Cajacírculo hasta el 14 de octubre

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Burgos

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A.S.R. / BurgosLas pinceladas danzan alborotadas y mágicas mientras disfrutan de un gin-tonic bajo la chispeante luna y las pizpiretas agujas de la Catedral, cuando se toman un café a media mañana arrulladas por la sombra de los plátanos del Espolón, cuando el reloj da las 13.35 horas y sirven el vermú en la terraza del Ojeda, en atardeceres cálidos y bulliciosos, entre las risas escandalosas de un grupo de amigas frente a unas cervezas y las palabras susurradas de una pareja de enamorados con dos vinos en la mano... Bohemias y alegres conviven en esta colección pictórica que ocupa la Sala Plaza España de Cajacírculo hasta el 14 de octubre y que hace un guiño a la Capital Española de la Gastronomía en su título.Ksenia Filíppova arranca a Burgos un retrato poco habitual. Se acerca a las calles habitadas por los bares, a las escandalosas terrazas de verano, a las tranquilas estampas vespertinas, al colorido de las fachadas de estos establecimientos, a sus pinchos...Este tema rondaba desde hacía tiempo en la cabeza de la pintora rusa. Pocos son los rincones en los que no ha plantado su caballete, ha sacado sus bártulos y se ha puesto a pintar. Y la Capital de la Gastronomía apareció pintiparada. Fue la excusa perfecta para ponerse a ello. A ella se sumó tras ver que este logotipo decoraba de una u otra manera la mayoría de los establecimientos.Todos los cuadros están empezados in situ. Algunos, por exigencias del reloj, los ha tenido que terminar en casa, pero los menos. Mientras los burgaleses y visitantes exprimían las buenas temperaturas del pasado verano, Filíppova los robaba la estampa armada por una espátula, una herramienta que ha usado por primera vez y encantada ha quedado. «Me ha permitido dar una pincelada larga para sugerir a los personajes y dar pie a la imaginación. Algunos hasta se han reconocido», apunta con asombro.Buscaba la sombra durante el día y se dejaba acompañar por varios focos, incluida una linterna en la cabeza cual minera, por la noche. Y, sorprendentemente, dice, nadie le ha interrogado por sus quehaceres.Una treintena de escenas viste la sala, que se completa con pequeños cuadros de algunos de los pinchos que más llamaron la atención del paladar ruso de la autora con marido burgalés. Son estas miniaturas las que más trabajo le han exigido. Tanto que se los tuvo que llevar a Moscú convertidos en fotografía para rematarlos. Y, recuerda la autora, ella odia pintar a partir del papel. Siente que se pierde parte del encanto.Aunque bien es verdad que a la temática elegida le sobra magia en las manos de Filíppova. «Es un tema muy atractivo y muchos pintores famosos tienen cuadros de este tipo, desde los impresionistas a los contemporáneos». En ellos se ha mirado y como ellos traslada al público a unos momentos siempre únicos.

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