El Correo de Burgos

Condenados a vivir sin hogar a consecuencia de la crisis

Uno de cada cinco usuarios del CEIS que buscan trabajo lo encuentra

Burgos

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L. B. / Burgos

La memoria de actividad del Centro de Integración Social (CEIS) constata el lastre que supone la crisis económica a la inserción en una vida autónoma y normalizada de las personas en exclusión.

La dificultad en el acceso al mercado laboral es la principal barrera que a juzgar por los datos de 2013 es casi infranqueable en la actualidad. Solo 10 usuarios del medio centenar que accedieron el año pasado a la fase de orientación prelaboral lograron un contrato de trabajo y todos en empresas de inserción y en centros especiales de empleo. Esta situación lastra también el paso de los beneficiarios del programa residencial del CEIS, en el que la estancia media se eleva a 8,25 meses frente a los 6 de 2010, a pisos tutelados o propios en los que iniciar una vida autónoma. El índice de inserción de 2013 alcanzó el 77%, por debajo de los de años anteriores precisamente a causa de la falta de contratos laborales.

La concejal de Acción Social, Ana Lopidana, subrayó esta realidad ayer al hacer balance de la labor prestada por este servicio municipal gestionado por Fundación Lesmes, que recibe para tal fin una aportación anual de 530.000 euros del Ayuntamiento.

Así, la edil detalló que en 2013 pasaron por la residencia del CEIS, ubicada en sus instalaciones de la calle Manuel Altolaguirre 64 personas, de ellas 32 casos nuevos. Los hombres siguen siendo mayoría.

El año pasado en concreto, un 87% del total. De hecho, en la zona masculina hay constante lista de espera mientras que en la femenina, a pesar de que tiene menos plazas, suele haber habitaciones vacías. «No es posible destinarlas a hombres porque el propio perfil de los usuarios de este servicio obliga a separar por género», explicó Lopidana. En conjunto la ocupación media del centro rondó el 88%.

Del total de residentes, 6 eran inmigrantes y 4 tenían alguna discapacidad. La presencia de ‘nacionales’ en estos recursos ha crecido en los últimos años hasta ser inmensa mayoría. La media de edad de los usuarios es de 46 años y llegan principalmente -casi un 40%- desde el albergue de transeúntes municipal gestionado por Cáritas, como el paso a dar cuando manifiestan su voluntad de inserción social. También los hay que repiten (19%) y derivados por servicios de apoyo a drogodependientes o de atención a la mujer. «El año pasado llegaron además peticiones de otras comunidades autónomas. No obstante, siempre se priorizan los casos locales», añadió la concejal de Servicios Sociales.

Además, 96 personas acudieron a los talleres ocupacionales. Más de la mitad superaron la primera fase dedicada a las habilidades básicas y accedieron al servicio de orientación. Es ahí donde la situación económica aparece como muro imposible de franquear.

No obstante, Lopidana destacaba que, al menos, sí se ha registrado un repunte en los pedidos a los talleres ocupacionales de las empresas que colaboran con este programa.

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