El Correo de Burgos

Ucrania en Burgos

167 ucranianos residen en la ciudad. Viven el desastre desde la tranquilidad que reina en España, pero sus familiares siguen allí

Burgos

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SAMANTA RIOSERAS / Burgos

Se han sentado en la misma silla con apenas cuatro horas de diferencia. Desde ella, a 3.310 kilómetros de distancia del país que ha puesto en alerta a toda Europa han contado lo que sus familiares les han querido contar y lo que no, su incredulidad ante el devenir del conflicto y sus miedos ante un futuro incierto.

Desde la misma silla, Regina ha explicado cómo sus padres se han visto obligados a dejar su casa en Járkov por un pequeño pueblo a las afueras en busca de seguridad y Olena ha recordado las conversaciones con su hijo, quien desde Chernivtsi evita pronunciarse sobre el tema para no preocuparla -más-.

Ambas emigraron de su país por diferentes motivos, como diferentes son sus visiones del conflicto. Olena se declara abiertamente proucraniana. Regina no se siente ligada a ningún país, pero prefiere que la llamen rusa a ucraniana. Sin embargo, ambas consideran que el futuro de Ucrania debe estar ligado a la Unión Europea; aunque cada una da sus argumentos. REGINA MILOSARDOVA / JÁRKOV«El Euromaidán no es el pueblo, les metieron esas ideas en la cabeza»Antes de aceptar la entrevista, Regina Milosardova advierte que no podrá dar mucha información: «Mis padres no quieren hablar de política por teléfono porque sospechan que puede haber escuchas». Escéptica, no creyó lo que le decían. «Pensé que era una locura de ellos, que son mayores y han vivido la URSS, pero vi que con mis amigos ocurría lo mismo». No sabe si darles credibilidad. «Aunque de Putin me espero cualquier cosa». Del mismo modo, pone en entredicho la información que le llega desde Ucrania. «Todo es contra los  rusos y con faltas ortográficas. No puedo creerlo».

Regina abandonó Ucrania en el año 2000 con 27 años para continuar su carrera profesional como jugadora de voleibol en la UBU después de una lesión tras la que nadie esperaba que volviera a disputar un partido. Pero lo consiguió y Ucrania exigió su vuelta al país para seguir en la selección nacional donde jugó 14 años. Se negó. Y a ella le negaron el envío de los papeles para convalidar sus estudios. «Ese trato como si fuese mercancía no lo puedo perdonar. Intenté quedarme en Ucrania, solicité un préstamo a la Federación pero me lo me lo dieron».

Quizás por eso, no se siente ligada al país. «No tengo ni una sola gota de sangre ucraniana -su padre es ruso y su madre lituana-. Prefiero que me llamen rusa, pero no me siento de unos ni de otros». Sin embargo, asevera que Ucrania es su país y desea lo mejor para él. Sobre todo porque sus padres continúan allí y han tenido que dejar su casa para irse al pueblo en busca de seguridad. Pero Járkov está en la frontera de Rusia. «No se llega a la ciudad directamente, hay que pasar por los pueblos y quién sabe lo que puede pasar. Tengo miedo por ellos».

Regina recuerda que siempre hubo diferencias entre Este y Oeste por el idioma, pero nunca pensó que el conflicto podría derivarse tanto. «Cuando llegaron los primeros muertos no podía creerlo. Me bloqueé». Considera que el problema ruso-ucraniano no es decisión de la gente, sino «de las ideas que les metieron en la cabeza. Con el Euromaidán -nombre que se ha dado a las revueltas que iniciaron los estudiantes- comenzaron a confundir al pueblo para que se levantara, pero no son sus ideas», sostiene. No cree que los universitarios se hayan levantado por falta de futuro, pues asegura que ella vivió muy bien allí.

Cree que todo ha sido intencionado. También las leyes que aprobó Yanukóvich -expresidente de Ucrania- que condenan a los manifestantes con hasta 15 años de cárcel. «Han debilitado el país y muchas ciudades se autoproclaman repúblicas. Eso no puede ser. Antes con la URSS, sí, mucho palo, mucha disciplina, pero estaban unidos y era una potencia mundial. Ahora solo lo es Rusia». Si Ucrania pasa a Rusia, «sería su alfombra».

Los padres de Regina no quieren entrar porque «bajarán las pensiones, cerrarán las fábricas... Eso les cuentan. Es la única versión que tengo, así que me lo creo».  Sin embargo, ella confía en el potencial de Ucrania. «La UE haría crecer el país, coger fuerzas y empujar el desarrollo». OLENA ROMANYUK / CHERNIVTSI«La ONU tiene que mandar a los cascos azules. Putin no parará»Con su hijo mayor en Chernivtsi, Olena Romanyuk solo piensa en el modo de poder traerle de vuelta. Todos los intentos han sido en vano, pues al ser mayor de edad, la reagrupación familiar no la ampara y las conversaciones con él se convierten en evasivas para no preocuparla -más-. «Ya han llamado a sus amigos al ejército y está muy inquieto. Lo único bueno es que él no hizo la mili por problemas de salud y no le puede tocar».

Pasa los días pendiente del ordenador, viendo noticias de aquí y de allí. «Pero todo es muy confuso. No creo que haya alguien que pueda explicar lo que ocurre exactamente». Asegura que, al tener un correo electrónico con dominio ruso, su bandeja de entrada rebosa invitaciones de suscripción gratuita a canales rusos. «Usan todos los medios a su disposición como propaganda política».

Explica que el país siempre ha estado dividido por el idioma entre prorusos y proucranianos y que tras la disolución de la Unión Soviética y la independencia de Ucrania, el ucraniano se estableció como idioma oficial. «Y ahora viene Putin a salvar a los ruso parlantes, ¿de qué, de quién?».

La anexión de Crimea, dice, es solo el principio. Cree que el dirigente ruso no va a parar. «No lo hace por territorio, ya tiene de sobra. Lo hace por poder, quiere recuperar el poder que tuvo la URSS». Olena cree que la Unión Europea pudo evitar esta situación, pero ahora no sabe cuál puede ser la solución. «Tienen que intervenir. Alguien tiene que hacer algo. Ya no se trata solo de Ucrania, el conflicto afecta a todos. La ONU tiene que mandar a los cascos azules -Fuerzas de paz de las Naciones Unidas-. Putin va a seguir avanzando y si no hay alguien que le pare, seguirá porque Rusia nunca va a dejar que se separe Ucrania».

Aunque Crimea, actualmente, forma parte del territorio ruso, Olena no da validez al referéndum. «¿Qué vas a hacer delante de gente armada? No pueden votar contra ellos. Sin embargo, no cree que pueda llamarse golpe de estado a la destitución de Yanukóvich. «El Euromaidán no tenía nada que ver con la política, pero la oposición se acercó a ellos porque solos no podían hacer nada y se aprovecharon. Pero no es un golpe de estado, no sé cómo llamarlo. Turchinov, está ahora como presidente interino y fue elegido con mayoría en el parlamento».

El futuro de Ucrania lo ve «cada vez más difícil». También para los jóvenes. «Allí no tienen un porvenir. Tienen estudios, pero no trabajo. Unirse a Rusia no es la solución. La gente cree que todo es como Moscú o San Petersburgo y no. El resto es pobreza. Para que Ucrania tenga futuro, tiene que estar en la UE». 

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