Once veranos entre los cafetales de Villa Rica
Los miembros de la ONG Persona Solidaridad visitan cada año los proyectos que desarrollan en una de las zonas más pobres de Perú. El seguimiento les permite poner en marcha nuevas ideas e iniciativas
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SAMANTA RIOSERAS / Burgos
En la selva baja del distrito peruano de Villa Rica, entre cafetal y cafetal, se abrieron paso hace 11 años los miembros de la ONG burgalesa Persona Solidaria. Y aún continúan haciéndolo cada verano.
El mes pasado, Juan Jesús García e Inmaculada Barbero viajaron a Sudamérica para hacer un seguimiento de sus «pequeños proyectos educativos», define con humildad García. «Tan importante es emprenderlos como vigilar su evolución. Es la forma que tenemos de ver si funcionan y poner en marcha otros nuevos», dice.
Durante su estancia de 35 días pudieron comprobar que todo avanza según lo previsto, pues han reducido el absentismo escolar ofreciendo de forma gratuita la comida a los alumnos de la escuela.
Además, en una de las ciudades cercanas, Atalaya, han podido recibir a la tercera promoción de graduados de la Universidad Nopoki. Un centro académico en el que se forman alrededor de 400 indígenas de seis etnias distintas en las áreas de Magisterio, Administración y Agricultura. Todas se imparte en su idioma y en castellano.
«Nuestra aportación ha sido la construcción de uno de los módulos de los albergues donde viven los estudiantes durante el curso y un taller de carpintería».
En este proyecto trabajan asociaciones de varios países que pretenden que los alumnos regresen a sus comunidades como «motores de cambio y agentes de desarrollo», explica García.
Sin embargo, aunque «es gente con unas raíces muy profundas», hay quienes emigran a Lima en busca de una vida mejor porque las desigualdades han aumentado.
«En los once años que llevo visitando Villa Rica he visto una mejora de las casas y un aumento de los sueldos, pero la pobreza continúa siendo sangrante», asevera.Más información en la edición impresa