El Correo de Burgos

La borriquilla lució su paso al sol

El paso de ‘Jesús en la borriquilla’ presidió la misa del Domingo de Ramos en la Catedral después de pasearse por las calles del centro aupada en los hombros de 30 costaleros

Los costaleros dando sus últimos pasos hasta llegar a la capilla de la Catedral.-SANTI OTERO

Los costaleros dando sus últimos pasos hasta llegar a la capilla de la Catedral.-SANTI OTERO

Burgos

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El tiempo vistió ayer por la mañana sus mejores galas como una invitación a los burgaleses para salir a la calle y disfrutar de la primera procesión de la Semana Santa. Los niños portaban sus ramos repletos de gominolas, comiéndoselas a escondidas cuando se despistaban sus padres, a la espera de la bendición del arzobispo Gil Hellín en la plaza Mayor, pasado el filo del mediodía.Cientos de vecinos incitados por el buen clima siguieron el paso de ‘Jesús en la borriquilla’ que, tras salir a las 11.15 horas de la parroquia de San Lorenzo y unirse al resto de cofradías participantes a los pies del Ayuntamiento, comenzó su recorrido tras la actuación de los pueri cantori y la homilía del arzobispo. Gil Hellín inauguró «la celebración anual de los misterios de la Pasión y Resurrección de Jesucristo» con la lectura de un pasaje del evangelio según San Marcos.Con la entrada en escena de las cornetas y los tambores, el paso arrancó su travesía al grito de «¡Viva Cristo Rey!». Los 30 costaleros de la Cofradía de la Coronación de Espinas y Cristo Rey, que soportan entre 30 y 35 kilos cada uno en sus hombros, iniciaban su devoto itinerario. Con su tradicional ritmo tranquilo, una suerte de alegría para la vista de los espectadores que se congregaban en el centro, ‘Jesús en la borriquilla’ caminó por la calle Carnicerías y el paseo del Espolón, atravesó el Arco de Santa María y enfiló la plaza del Rey San Fernando con la vista puesta en la entrada de la Catedral.La expectación de los burgaleses iba en aumento a la espera de la ansiada llegada del paso, que se retrasó cerca de 20 minutos sobre la previsión estimada, las 13.15 horas. Las campanas de la Catedral repicaban entonces aguardando que la imagen alcanzase su meta. La plaza de Santa María se abarrotaba por momentos. Niños, jóvenes y mayores buscaban el mejor emplazamiento para vislumbrar el final del recorrido, y las escaleras de la plaza se llenaron de burgaleses y cámaras fotográficas a la caza de las más vistosas instantáneas.La última parte del trayecto fue para los costaleros la que mayor esfuerzo requirió, tanto por la subida de los escalones previos a la Catedral como por el cansancio acumulado y el azote del sol, que a esas horas apretaba ya a los vecinos haciéndoles llevar las chaquetas en la mano.El público apoyó la llegada del paso y animó a quienes lo portaban con los primeros aplausos, como si al sonar las palmas les aligerasen el peso que cargaban sobre sus hombros.Los metros finales dejaron ver en los rostros de los presentes la devoción y la emoción. Algunas lágrimas murieron el los dedos de sus dueños, mientras las medallas de los cofrades se veían apretadas con fuerza y fe por sus manos. Los aplausos se multiplicaron como dando el empujón final, y el paso descansó al pie de la Catedral antes de su entrada triunfal. De nuevo, el grito. «¡Viva Cristo Rey!». Y los costaleros se adentraron para dejar a ‘Jesús en la borriquilla’ descansar entre el coro y el Altar Mayor.santísimo cristoEl paso del ‘Cristo de las Santas Gotas’, también conocido como el Santísimo Cristo de Burgos, centró la procesión denominada de igual modo que cada anualidad programa la Junta de Semana Santa el Domingo de Ramos. La Real Hermandad de la Sangre de Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores organizó el acto, y algunos de sus miembros portaron la imagen al compás de las cornetas y los tambores. El Santísimo Cristo de Burgos salió desde la iglesia de San Gil, para recorrer su itinerario por la calle que lleva el mismo nombre, pasar por el arco de Santa María, y pasear por las calles Laín Calvo y Cardenal Segura, atravesar la plaza Mayor, y continuar por las calles Almirante Bonifaz, San Juan, Avellanos y San Gil hasta regresar de nuevo a la parroquia.

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