El Correo de Burgos

CATAS EL CORREO DE BURGOS / BODEGAS VEGANZONES

Vino de altura para viñas a 912 metros

La empresa familiar Bodegas Veganzones presentó en las catas de EL CORREO DE BURGOS sus vinos más emblemáticos

Como sucediera en la anterior cata, el salón del hotel NH Collection Palacio de Burgos completó el aforo para seguir la cata de EL CORREO DE BURGOS.-RAÚL OCHOA

Como sucediera en la anterior cata, el salón del hotel NH Collection Palacio de Burgos completó el aforo para seguir la cata de EL CORREO DE BURGOS.-RAÚL OCHOA

Publicado por
Y. P. E.
Burgos

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La segunda entrega del ciclo de primavera de las catas de EL CORREODEBURGOS -desarrollada en el Hotel NH Collection Palacio de Burgos- tuvo como protagonista a Bodegas Veganzones. Bodega familiar que tiene su origen en 1956, cuando Eliseo Veganzones construye en una de las zonas de mayor altitud de la Ribera del Duero, un pequeño lagar para elaborar vino con la uva de sus majuelos en Fompedraza, a 8 kilómetros de Peñafiel (Valladolid).

Bodegas Veganzones inicia su andadura en el año 1956, cuando Eliseo Veganzones construye un pequeño lagar de unos 30 metros cuadrados. Su propósito es elaborar su propio vino con la uva de sus majuelos. Lo sitúa encima de una bodeguita subterránea que poseía en la ladera enfrente a la iglesia. Cuatro décadas después, en 1999, sus nietos deciden plantar 25.000 cepas en dos parcelas: el paraje de Robledillo y en la Nava de los Estares, ambos en el páramo de Fompedraza, con cualidades diferentes, pero en la misma altitud: 912 metros sobre el nivel del mar. Esa cifra será la que dará nombre y fama a los vinos elaborados por las Bodegas Veganzones. En 2004 la marca ‘912 de Altitud’ queda registrada y dos años más tarde los seis hermanos Veganzones Pesquera llegan al acuerdo de crear una bodega, tras observar las grandes aptitudes del viñedo. Será un año más tarde, octubre de 2007, cuando Bodegas Veganzones inicie una nueva andadura, donde la vendimia y la selección del racimo manual constituyen, junto con la altitud donde crecen las viñas, la seña de identidad de esta bodega familiar.

La cata

En la cata de ayer, las Bodegas Veganzones propusieron cuatro de sus vinos emblemáticos: 912 de Altitud Tierra Caliza, 912 de Altitud Tierra Arcillosa; 912 de Altitud Tierra Arenosa (los dos primeros de la DO Ribera del Duero y el tercero de Rueda); y Viejo Mundo Roble (DO Ribera del Duero).

Dirigida por el gerente y enólogo de la bodega, Heraclio Veganzones, la cata de ElCORREODEBURGOS -que de nuevo contó con el beneplácito de la ciudad y el aforo se completó-, se inició con el Tinto Crianza 912 de Altitud Tierra Caliza. Elaborado a partir de los viñedos plantados en los terrenos calizos, con uva tempranillo (95%) y Merlot (5%), Este tinto crianza se cría 12 meses en barrica de roble francesa y al menos un mes está en maceración.

El resultado es un caldo de capa media alta, color rojo guinda, lágrima bien definida, limpio y brillante. En nariz recuerda a las frutas rojas y moras bien maduras, con un aroma a piedra caliza que dará paso a maderas, tabaco y panadería. En boca, el vino es sutil y tiene una marcada acidez, dejando un gusto a mora negra y tofes.

El 912 de Altitud Tierra Arcillosa se elabora a partir de la variedad tempranillo (100%) y permanece 11 meses en barrica de roble americano. De color rojo púrpura, limpio, brillante y con matices muy vivos, este tinto roble llega de las viñas plantadas en las tierras arcillosas de la bodega. Con un predominio en nariz de frotas rojas como la fresa a la frambuesa, torna a recuerdos olfativos lácticos y tostados, con vainilla y coco. En boca, con una entrada untuosa y equilibrio de acidez, encontramos un vino fresco, vivo, donde las cerezas y la mora negra se entremezclan con la vainilla y el chocolate.

Esta bodega familiar propuso después un verdejo de la DO Rueda cambiando de raíz sabores y aromas. El 912 de Altitud Arenosa verdejo ofrece un vino amarillo pajizo, transparente y brillante, donde predominan las frutas tropicales como el mago y la piña y ciertos aromas de hierba recién cortada y piel de naranja. Suave y fresco con una acidez bien marcada, en boca los cítricos permiten detectar un ligero amargo de un vino bien estructurado con cierto toque carbónico. Cerró la cata otra de sus enseñas: Viejo Mundo Roble. Procedente de terrenos arcilloso-calizos, este tempranillo que ha dormido un mínimo de 4 meses en barrica francesa y americana, presenta un color rojo cereza limpio y brillante con aromas francos de frutas del bosquea, frutas del bosque, yogurt y violeta. Se trata de un vino redondo, lácteo, donde los amargos, dulces y ácidos aparecen de forma armoniosa. Los tostados de la barrica aparecen en post con recuerdos a tabaco y canela.

La cata discurrió, como siempre, en un entorno amigable donde todos los asistentes pudieron disfrutar de buenos vinos y compañía, descubriendo el mundo de la enología a través de los mejores vinos del país.

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