El Correo de Burgos

TURISMO

La Ría de Oña, círculo perfecto de patrimonio histórico y natural

En sus poco más de dos kilómetros el recorrido es un viaje por las sendas monacales

La ermita de San Toribio, incrustada en un arco natural.-G. González

La ermita de San Toribio, incrustada en un arco natural.-G. González

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G. G.
Burgos

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Las decenas de caminos y senderos con que cuenta el Espacio Natural de Montes Obarenes hace que el de trazado circular de la Casa del Parque de Oña pase en ocasiones desapercibido.Su corta longitud, poco más de dos kilómetros, hace que cualquier paseante pueda recorrerlo en menos de una hora a un ritmo pausado tal y como lo hicieran durante siglos los monjes de San Salvador.De hecho la sensación que provoca este recorrido es la de un retroceso en el tiempo desde la actualidad a siglo XVI tanto en su contenido patrimonial como natural.Con su inicio en la Casa del Parque un cómodo paseo paralelo a la ría de Oña muestra un jardín muy contemporáneo con zonas de césped, bancos y áreas de ocio que no indican el salto temporal existente a pocos centenares de metros.La última zona actualizada termina en los estanques construidos en el siglo XVI, con muros de sillería de baja altura, en los que los monjes remansaban y conducían aguas del manantial Valdoso.Un discreto camino permite llegar al primer lugar donde la historia del milenario monasterio comienza a manifestarse de la forma más primitiva con el eremitorio rupestre de la Gruta de San José.Su origen se remonta a la época del abad Diego de Liciniana en los inicios del siglo XVI y originalmente estuvo vinculada a la ya desaparecida ermita de la Magdalena.El fin de este eremitorio era por un lado ofrecer refugio a los monjes en sus paseos por los jardines monacales siendo excepcional el hecho de ser rupestre, excavada en roca, y contar con una pequeña capilla. Entrar en ella y observar sus dos cámaras así como el mobiliario de roca permite imaginar sin dificultad el espíritu y religiosidad de los monjes que acudían a este lugar en busca de recogimiento y contacto con la naturaleza.El paseo continúa por un estrecho sendero que bordea el antiguo muro monacal que borra, literalmente, todo rastro de mano humana en la naturaleza hasta finalizar el ascenso sorprendiendo al final de la cúpula vegetal la ermita de San Toribio.Esta es la única ermita monacal que se conserva en toda su estructura de las tres primitivas existiendo referencia escrita de la veneración en Oña al santo desde el año 1298 aunque se erigió probablemente a finales del siglo XVI.El descenso paralelo al muro desde este elevado punto también lo es en la línea temporal para el paseante que poco a poco se encuentra con elementos más actuales hasta llegar al pequeño mirador de la senda desde donde se observa una poco conocida panorámica de la villa Condal y el antiguo asentamiento de Tamayo.En el último tramo que lleva al paseante de nuevo hasta la Casa del Parque el retorno a tiempos modernos se concreta en antiguas explotaciones de frutales donde no faltan higueras, perales y cerezos así como las esculturas modernistas de Carlos Armiño.

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