El Correo de Burgos

Esquileo, donde empieza la histórica ruta de la lana

La Asociación los Cucos reedita un año más esta fiesta en la Flora para «mantener viva la tradición» / Se ‘raparon’ seis ovejas de raza churra

Melquiades en pleno proceso de esquileo.-RAÚL G. OCHOA

Melquiades en pleno proceso de esquileo.-RAÚL G. OCHOA

Burgos

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Melquiades con su máquina y Javier con las tijeras demostraron que el esquileo sigue tan vivo como siempre. «Nunca han faltado esquiladores y ahora mismo no faltan», afirman. Ambos fueron protagonistas en el escenario que, un año más y ya van 25, levantaron los miembros de la Sociedad Gastronómica Recreativa Los Cucos. Una apuesta que trata de «no perder la tradición, que se vea cómo se esquila la oveja y de dónde viene la lana algo que los más pequeños pueden perder en su memoria», señalan desde la organización.El grupo de danzas Diego Porcelo amenizaba la jornada mientras los dos esquiladores hacían lo propio con seis ovejas churras procedentes de una granja del pueblo de Arlanzón. Las hermosas piezas de Jose, ganadero que lucha por mantener viva la tradición en una explotación que «maneja de manera tradicional igual que la elaboración del queso que adquieren un gusto y textura fantástico», afirmaron los participantes en el evento. De las seis ovejas de Jose el ganadero de Arlanzón, dos permitieron a los integrantes del grupo de danzas que el cuadro ‘Los esquiladores’, de Marceliano Santamaría, volviera a cobrar vida.Esta cita además de tratar, como siempre ha intentado esta sociedad gastronómica de 70 socios en sus 40 años de historia, de mantener viva la tradición también quiere reivindicar lo que fue para Castilla el comercio de la lana. Un tipo de producto que hizo famoso a Burgos en particular y a Castilla en general en el siglo XVI por tierras de Flandes.La jornada concentró en La Flora al ganado y su lana que después se cardó y se hiló «como lo hacían nuestros abuelos», recuerdan. Hacia las 13 horas, es momento de almuerzo, y, como los pastores de antaño, el queso, el pan y el vino no falto entre las decenas de asistentes que se agolpaban en las vallas para recordar viejos tiempos en el pueblo o para explicar a los más pequeños qué le hacían a la oveja. Así que los intengrantes de la sociedad Gastronomica Los Cucos se encargaron de que todos los presentes dieran buena cuenta de los hasta 100 kilos de queso (donados por La Flor de Burgos) repartidos en pinchos de queso fresco de Burgos y de las variedades de curado y semicurado. Para no atragantarse, se repartieron hasta 250 litros de vino. La próxima cita será en febrero, con una nueva edición de la matanza.Esquiladores pendientes de los vientos del EsteMelquiades Hidalgo es uno de los maestros esquiladores del país. Organizador del festival del esquileo de Salguero de Juarros, a sus 60 años sigue desplazándose por toda España formando a esquiladores que mantengan viva la tradición. Asegura que «siempre ha estado bien el esquileo, gente joven se une siempre, el problema es que no estamos identificados como profesión y algunos se aprovechan», reconoce. Este verano los 20 esquiladores que trabajan en la región miran más a los vientos que vienen del Este de Europa. «Hay un problema que tenemos importante que hay empresas que trae a muchos esquiladores de países no comunitarios para trabajar aquí». Señala que la situación es grave porque calculan que pueden acercarse del orden de 400, «nos quitan el pan del morral como se dice en los pueblos». La temporada alta del esquileo tiene lugar ahora. No es una profesión fácil. «Hay que estar muchos años para dominar la técnica y la habilidad», aclara quien se ha dedicado gran parte de su vida a ‘pelar’ ovejas. En la actualidad es un negocio un poco más rentable ya que el kilo de lana, rendimiento que se une al de la leche o la elaboración de queso, ha subido a los 10 euros el kilo.Melquiades Hidalgo no sólo protagoniza exhibiciones como esta que le ha llevado por todo el país. Trata de inculcar el amor por un oficio que viene desde antiguo. Mantiene un equipo de esquileo donde ha comprobado, a lo largo de los años, que esta labor «nunca ha dejado de ser un opción de vida para los más jóvenes, siempre ha habido interés». Así en su equipo compaginan gente de 20 años con otros de 60. Pero dominar este arte no es inmediato requiere, como los buenos caldos y las cocciones de antaño, tiempo. «Es largo y sacrificado, necesita disciplina y técnica, la primera la pone el que quiere ser esquilador, la segunda, la técnica, se la enseñamos primero con cursillos de iniciación y después de perfeccionamiento», resume.

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