El Correo de Burgos

TROTABURGOS / LERMA

Esencia barroca y villa conventual

La Villa Ducal sumerge al visitante en el Siglo de Oro español, el Barroco y la corte del Duque de Lerma a través de sus calles y monumentos, señas de identidad junto con una vida conventual donde sus conventos son testigos mudos de su hegemonía

Bello reflejo en el río Arlanza de la ex colegiata de San Pedro.-MIGUEL ÁNGEL

Bello reflejo en el río Arlanza de la ex colegiata de San Pedro.-MIGUEL ÁNGEL

Publicado por
M. Á. DE LA CRUZ
Burgos

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La historia de la España más señorial nos conduce hasta la capital de la comarca del Arlanza, Villa Ducal de Lerma.

La localidad conserva intacta su estructura barroca y hace gala de su pasado recreando, como ninguna otra, el acento que le supo dar el valido del rey de España que tuvo en el Palacio Ducal su cuartel de invierno, el Duque de Lerma. Es la Fiesta Barroca que da inicio a un mes, el de julio, dedicado a rememorar ese pasado esplendoroso de la Villa.

Hoy, alejado de ese poderío político, la villa es moderna, pujante y su riqueza se basa, sobre todo aunque no únicamente, en un turismo que cada vez está más en auge. porque cualquier rincón de Lerma rezuma historia: el pasadizo del Duque de Lerma, que condensa en apenas 60 metros un viaje en el tiempo en torno al papel del duque, su auge y su decandencia. El Parador de Lerma, imponente que se adueña de la plaza Mayor; el Arco de la Cárcel, por donde uno accede a la villa para dejar de lado el siglo XXI y sumergirse en el XVII. No se puede olvidar la red de pasadizos que recorría la villa en su momento de esplendor unía el Palacio del Duque de Lerma con sus fundaciones religiosas que fueron los conventos de San Blas, Santa Teresa y Santa Clara y la ex colegiata de San Pedro, y que hoy, desde el Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) se puede recorrer a través de las rutas del programa ‘Descubre otro Lerma’.

Por encima de esos pasadizos se asienta la plaza de Santa Clara y sus jardines donde descansa el mítico Cura Jerónimo Merino, héroe de la Independencia, y el balcón del Arranz que ofrece la imagen más espectacular de todo el valle desde donde se divisan varios pueblos del entorno.

Y junto al poder político, también prevaleció el de la Iglesia y de ello da fe los conventos que en aquella época se construyeron, siendo arzobispo de Sevilla el tío del duque, Cristóbal de Rojas y Sandoval. La iglesia de San Pedro se amplió y designada como colegiata. Se fundó el monasterio dominico de San Blas fue la que proporcionó mayor orgullo de cuantas edificaciones religiosas levantó el Duque en Lerma.

Destacan también el convento de la Ascensión de Nuestro Señor, fundado por el hijo del duque, Don Cristóbal y su esposa Mariana de Padilla; el de la Madre de Dios, situado en el extrarradio, junto a la antigua N-I; el de Santa Teresa, construido para los frailes carmelitas, fe inaugurado el 27 de octubre de 1617. Por último, el convento de Santo Domingo del que destaca la fachada principal de la Iglesia con elementos barroquizantes; aparecen los escudos de los Duques de Lerma y la imagen del Santo fundador de la Orden de Predicadores. Corona una magnífica espadaña, que soporta el nido de la cigüeña.

En definitiva, recorrer las calles lermeñas nos retrotrae a ese mundo de ostentación pero también de vida gentiles: la calle de la Audiencia, la calle Mayor con su inicio en el Arco de la Cárcel, acceso a la villa y sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Arlanza y, cómo no, el flamante Palacio Ducal.

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