El Correo de Burgos

Los hallazgos del alfar de la Vega verán la luz en octubre de 2016

Tras recuperar miles de piezas del siglo XV, arqueólogos e instituciones trabajan en su restauración antes de exponerlas al público

Fernando Gómez, Javier Lacalle y Baudilio Fernández Mardomingo escuchan las explicaciones de la directora técnica del proyecto, Carmen Calvo (derecha).-ISRAEL L. MURILLO

Fernando Gómez, Javier Lacalle y Baudilio Fernández Mardomingo escuchan las explicaciones de la directora técnica del proyecto, Carmen Calvo (derecha).-ISRAEL L. MURILLO

Burgos

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Con permiso de Atapuerca y salvando las enormes distancias temporales, el alfar de bajomedieval de Vega se ha convertido por méritos propios en una de las joyas patrimoniales de un territorio que brilla con luz propia a la hora de arrojar información de gran trascendencia para conocer nuestros orígenes. Y lo que queda, pues esta histórica zona de la ciudad constituye un vasto yacimiento que todavía esconde innumerables vestigios de épocas pasadas.El descubrimiento alrededor de una tonelada de piezas cerámicas localizadas el pasado mes de agosto junto a dos hornos alfareros del siglo XV en el solar número 3 de la calle San Ignacio de Loyola -justo detrás de la iglesia de la iglesia de la Merced- con motivo de la construcción de un bloque de viviendas, garajes y locales por parte de la constructora Raimconsa amplió las sospechas y expectativas incoporadas al Plan Especial del Centro Histórico (Pech). Ahora, el calendario de trabajo previsto para catalogar, analizar y restaurar los hallazgos se consolidará en octubre de 2016 con una exposición pública que sin lugar a dudas mediatizará las exhaustivas investigaciones desarrolladas por la empresa Cronos.Queda mucho por hacer hasta entonces, tal y como dejaba entrever ayer la directora técnica de la excavación, Carmen Alonso, durante la presentación pública de una decena de piezas en excelente estado de conservación. En primer lugar, se determinarán las «características propias» -sobre todo en términos decorativos- de estas cerámicas burgalesas, que servirán de «fósil guía» para «rastrear la distribución a raíz de comparar con lo encontrado en otros yacimientos de otros lugares». A este respecto, el delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Burgos, Baudilio Fernández Mardomingo, destacó la existencia de un estilo «muy determinado» que bien podría compararse con otras localidades con solera en este sentido como Talavera.Al margen de los objetos, los dos hornos, los muros o las soleras localizadas, Alonso informó de la existencia de una serie de vestigios vinculados a la esgueva de San Lucas, «que articulaba urbanísticamente el alfar porque lo proveía de agua». Asimismo, los arqueólogos de Cronos hallaron otros dos cursos acuíferos secundarios que también resultaban de gran utilidad para que el taller desarrollase su actividad.A cuatro bandas

Bajo la coordinación y el trabajo científico del equipo liderado por Alonso, la puesta en valor de este patrimonio de incalculable valor se sustenta sobre cuatro pilares básicos, un reparto de apoyos de largo recorrido desde el solar a la muestra que verá la luz en el último trimestre del próximo año.En la base de la pirámide se encuentra Raimconsa, que en palabras de la directora científica del proyecto «ha puesto a nuestra disposición todos los medios humanos y materiales para realizar la excavación», amén de financiar íntegramente la intervención sobre el terreno. Por su parte, el Ayuntamiento -a través del Instituto Municipal de Cultura (IMC)-, se sumó al proyecto para reforzar la Marca Burgos difundiendo los hallazgos cuando el material esté listo para ser expuesto al público.En el tercer estrato se localiza el Servicio Territorial de Cultura, que brindará su apoyo para el inventariado, procesado y caracterización del material de forma paralela a las dataciones y diversas pruebas analíticas. No obstante, Fernández Mardomingo apuntó que «estamos buscando una vía de ayuda para que la propia empresa catalogue las piezas». Por último, el Museo de Burgos se convertirá en la base de operaciones donde los investigadores llevarán a cabo el proceso de restauración, aparte de organizar una conferencia con motivo de la exposición de octubre.La «pérdida fortuita» en una producción de «gran calidad»

Lo que posiblemente causó en su día un disgusto a su propietario o propietaria es hoy la anécdota de un importante descubrimiento. Aparte de las piezas destinadas al servicio de mesa como platos, escudillas, cuencos o jarras; los investigadores localizaron un anillo de oro en una de las soleras del taller alfarero que según la investigadora Carmen Calvo seguramente fue «una pérdida fortuita».En cuanto a la producción, la directora científica de Cronos incidió en la «gran calidad» de una colección «vidriada o esmaltada» que también incluye cántaras de gran tamaño para almacenar líquidos. Además, los arqueólogos han constatado que los alfareros conocían los últimos avances de la época, ya que contaban con atifles para separar las piezas durante la cocción y atanores -primeras conducciones cerámicas de agua-.

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