El Correo de Burgos

SERVICIOS SOCIALES

113 mayores ya residen en unidades de convivencia

83 plazas son de los centros públicos de Cortes y Fuentes Blancas

Dos mujeres trabajan en una cocina de una unidad de convivencia.-ISRAEL L. MURILLO

Dos mujeres trabajan en una cocina de una unidad de convivencia.-ISRAEL L. MURILLO

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L. B.
Burgos

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María se levanta pronto, como toda la vida lo ha hecho. Es mayor y tiene poco apetito por las mañanas pero desayuna unas magdalenas caseras que le ocuparon la tarde de ayer. Justo después de acicalarse y alinear la foto de boda que preside el dormitorio desde que se casó, se pone a la faena: hoy toca lavar a mano unas prendas delicadas. Después tejerá una bufanda para el nieto mayor y más tarde se dejará caer por la cocina, si la apetece.

Este es un relato de ficción que evoca un día cualquiera en la vida de una anciana. El escenario bien podría ser su propia casa, claro, pero también una de las unidades de convivencia que ya funcionan en residencias de la provincia de Burgos. 113 mayores las ocupan y viven en ellas como si lo hicieran en su casa: con sus hábitos y aficiones, sus recuerdos, sus horarios.

Esta es la filosofía que persigue el modelo de atención profesional que la Consejería de Familia se ha propuesto implantar en toda la región. Así se anunciaba en 2012, a la vez que arrancaba la experiencia piloto en un centro de la capital soriana.

Dos años después, tras conocer los buenos resultados obtenidos, llegaba a Burgos. Hoy la provincia cuenta con nueve unidades de convivencia. Siete de ellas están en dos centros públicos gestionados por la Gerencia de Servicios Sociales: las residencias de Cortes y de Fuentes Blancas. La primera alcanza ya cinco con once plazas cada una, aunque trabaja aún para adaptar todos sus espacios al nuevo sistema de atención. El proceso es lento porque la singular estructura del edificio (con una torre de ocho plantas en un ala y otra de cuatro plantas pero más larga) lo dificulta y requiere inversión. No obstante, el gerente territorial de Servicios Sociales, Ignacio Díez Azcárraga, considera que el avance es notable. «Hemos empezado por el ala corta, cuya adaptación culminaremos a finales de este año tras acondicionar la última planta», explica. En este caso cada unidad cuenta con 11 residentes.

En Fuentes Blancas han reconvertido dos de sus nueve módulos. Su directora, Mariví Rueda, que además es la coordinadora de la implantación del nuevo modelo en la provincia, explica que aunque la distribución del centro es más propicia que en el caso de Cortes, convertirlo por completo en unidades de convivencia supondría perder plazas. En su caso, cada espacio adaptado cuenta con 14 usuarios.

Rueda conoce muy bien los detalles del sistema denominado ‘En mi casa’, en la teoría (a falta de que se apruebe el nuevo decreto que aspira a modernizar el marco normativo regional para la atención residencial y en centros de día) y en la práctica.

Aunque subraya que la asistencia médica que prestan se mantiene como siempre adaptada al grado de necesidad de los residentes, señala que este nuevo modelo pone el acento en las personas. «Lo primero que se hace es una historia de vida del residente, con su relato o con el de los parientes si es que ellos no pueden dar detalles. Así conocemos a fondo sus gustos, sus aficiones, su forma de ser, sus rutinas... Y sencillamente intentamos que se mantengan y que su día a día no cambie. Que vayan a la peluquería todas las semanas si tienen esa costumbre y que se vistan como quieran, que tengan cerca sus objetos personales, que se responsabilicen de las tareas del hogar... Que sea como estar en casa, vamos, pero atendidos por profesionales que les facilitan las cosas», relata Rueda. Asegura que la respuesta es más que positiva, en consonancia con el balance oficial de la Consejería de Familia que señala que con este sistema se logra que «los residentes estén contentos, duerman mejor, participen más, refuercen vínculos, presenten menos estrés e incluso mejore su autonomía».

En la misma línea se pronuncian los responsables de los dos centros privados de la provincia que también incorporan unidades de convivencia. En Celada del Camino la residencia San Miguel, gestionada por Gerovitalia, cuenta con 14 plazas y destaca el ambiente «cómodo, íntimo y de convivencia» que genera este modelo, «que hace que los mayores se sientan acompañados también emocionalmente».

En Tardajos, la residencia Jardín suma 16 plazas. Su director, Diego Juez, se suma a las alabanzas pero señala que en el sector privado muchos de los ‘modos’ del sistema ahora adoptado por la Junta ya se incluían en el proceder habitual.

SIETE MÁS EN CIERNES

A la espera de contar con los medios necesarios, de espacio o de recursos, están otras siete unidades. Tras la sexta prevista en Cortes para finales de año se le sumarán, según prevé Familia, las anunciadas en centros de Villasana de Mena, Canicosa de la Sierra (cuyo director apunta a principios de 2016 para que comience a funcionar), Pradoluengo, Quintana Martín Galíndez y la residencia El Remanso de la capital burgalesa, que está a punto de terminar la reforma de la planta que albergará este servicio.

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