El Correo de Burgos

Carnaval a dos palmos del suelo

Los niños acaparan los focos con el Chocobizco, que repartió 1.000 vasos de chocolate, y un concurso de disfraces

El chocolate repartido en la Plaza Mayor llegó a coloridas flores, vaqueros, payasos, flamencas, mosqueteros, enfermeras, pollitos, príncipes y princesas, capitanes América...-Israel L. Murillo

El chocolate repartido en la Plaza Mayor llegó a coloridas flores, vaqueros, payasos, flamencas, mosqueteros, enfermeras, pollitos, príncipes y princesas, capitanes América...-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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El capítulo del lunes de las carnestolendas burgalesas mengua su estatura hasta situarse a dos palmos del suelo para vivir la fiesta a ras de mirada infantil. Los niños fueron los protagonistas ayer en la pluma de Don Carnal con el tradicional Chocobizco en la Plaza Mayor, que repartió 1.000 vasos de chocolate apto para celíacos con sus correspondientes bizcochos para mojar, y el concurso de disfraces en La Flora, con una variopinta nómina de personajes en escena.

El cuento empezó con amenazadoras nubes en el cielo que perdieron la batalla. El dulce aroma del chocolate pudo más. Una larga cola se dibujaba en medio del principal ágora capitalina pasadas las seis y media de la tarde, con la oscuridad cayendo a pasos agigantados y zancudos y equilibristas animando la espera.

Mientras una despreocupada y confiada caperucita roja se unía a ella del brazo de un despistado lobo poco feroz, una Barbie y su Ken, todavía en su embalaje, decidían saltarse la dieta y una familia ataviada con sus vestidos de faralás se chupaba ya los dedos. Cristina, Sara y Diego daban fe de que aquello estaba bueno y sus caras tiznadas, también.

Con su chocolate entre las manos aparecían igualmente payasos sin nariz roja, ratitas presumidas, blancanieves bailongas, vaqueros e indios en armonía, enfermeras sin jeringuilla en mano, pollitos sin miedo al gallo, enmascarados sin antifaz...

Ningún problema tuvieron mosqueteros, piratas, policías y darthvaders varios en cambiar sus espadas por bizcochos ni princesas y príncipes azules en mezclarse con la plebe por un vaso de chocolate caliente.

Después de merendar, sin que el termómetro dejara quitarse los abrigos, muchos pequeños se dirigieron hacia La Flora, al concurso infantil de disfraces que desde hace una década orquesta la Asociación Burgos Centro y Cía, que entrega tres premios consistentes en 5, 3 y 2 vales, respectivamente, a gastar en la treintena de comercios colaboradores con esta iniciativa que tampoco se perdió el inacabable dragón chino, pululando por allí como si con él no fuera la cosa.

Ana, Virginia, Eloísa, Irene, Andrea e Isela apuraron rápido su chocolate y antes de las siete ya esperaban a pie de escalerilla a que despegara el desfile. Dibujaban un alegre grupo de conejitas, amigas de siempre del barrio de San Pedro de la Fuente -bueno, una vive ahora en Gamonal, pero es igual de súper amiga-, que con sus lacitos y sus orejones artesanales confesaban no tener ni idea de cuáles eran los premios y proclamaban que lo importante era participar y seguir exprimiendo el Carnaval. «¡Nos lo estamos pasando pipa!», gritaban felices.

Nadie las movió de su sitio y desfilaron con desparpajo seguidas de un trío de hadas buenas; de un policía dispuesto a poner orden y también a multar al señor alcalde; de una joven Jimena, esposa del Cid, con un misterioso cofre y una cara de circunstancias cuando Felixón, el maestro de ceremonias, preguntó si estaban allí los dineros de las dietas del Ayuntamiento; de una madura palmera; de una tropa de Minions; de decididos personajes de Toy Story; del mismísimo Harry Potter y su inseparable Ron llegados de Hogwarts...

El miedo a que la lluvia aguara la pasarela animó el paso de este lunes de Carnaval que hoy cambiará la inocente mirada a ras del suelo por la más aviesa del cortejo fúnebre que acompañará el último adiós de Don Carnal, con sus irreverentes letanías, su moscatel y su purificador fuego.

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