La gestora se centrará en poner las cuentas del Círculo en orden

La asamblea general del Círculo Católico conocía el martes los nombres de los integrantes de la gestora designada por el arzobispo tras la reciente disolución del consejo. José Luis Fernández ocupa la presidencia del equipo formado por José Lastra, Alejandro Martín, Vicente Rebollo, Félix Adrián y Rodrigo Saiz, que ejerce de secretario.

En la reunión se explicó que el arzobispo, vía decreto, se «vio obligado» a apartar a los anteriores responsables «por no cumplir los estatutos con exactitud, algo que, por otra parte, ya se les había requerido en varias ocasiones», según relata Saiz, que compatibilizará su labor en la gestora con su trabajo como responsable jurídico administrativo de bienes patrimoniales de la Diócesis.

En el centro de estos cambios está la constructora benéfica del Círculo Católico. Al parecer, el consejo disuelto defendía la necesidad de actualizar los estatutos, movimiento que desde el arzobispado se interpretó como un intento de desvincularla del consejo del Círculo, cuyos miembros al ser elegidos son automáticamente designados para el consejo de gobierno de la Constructora.

Este empeño se topó con el rechazo de la Iglesia. El propio vicario general, Andrés Picón, explica que ambas partes habían mantenido varias conversaciones al respecto sin lograr un acuerdo. «Es algo que viene de lejos y la decisión tomada ha estado muy meditada», añade. Por el contrario, del lado de los cesados se habla de «sorpresa desagradable» el enterarse del cese «por un burofax» y sólo reconocen una reunión oficial entre el expresidente y Rincón para tratar una renovación de los estatutos, cuyo estudio, según su versión, se encargó a un bufete experto un mes y medio antes.

Con todo, reconoce que la proximidad de una reunión en la que los consejeros cesados tenían previsto tomar decisiones de calado en este sentido precipitó la intervención del arzobispo, presidente de honor del Círculo Católico. En concreto, se había convocado al consejo de la constructora el 9 de marzo. La gestora se constituyó el día antes y frustró este propósito.

Así, dos decretos bastaron para frenar estos planes y «blindar» la constructora. El segundo, además de designar a los nuevos dirigentes de la entidad -una combinación de «personas que encarnan el espíritu del Círculo pues llevan décadas vinculados a él, como es el caso concreto del presidente», y profesionales de confianza con un perfil más técnico- establece un plazo de dos meses de actividad de la gestora. «Podría prorrogarse, no obstante, si fuera necesario», detalla Saiz. En este tiempo el reto es «poner las cuentas al día y fiscalizar el trabajo realizado hasta ahora». «Analizaremos actas y la situación jurídica, contable y patrimonial», añade el secretario de esta comisión ‘de transición’.

Más allá de esta auditoría interna el objetivo es, precisamente, que nada cambie en el futuro. El propósito es «preservar» la naturaleza y el patrimonio del Círculo en general y de su constructora en particular. En este sentido, cabe destacar la permanencia de la figura del padre consiliario, papel que mantiene José María López. «Refleja la voluntad de continuidad y la vinculación canónica, porque no hay que olvidar que el Círculo Católico es una entidad sometida a la Iglesia», aclara Saiz.

De hecho, culminado el trabajo «no habrá modificaciones sustanciales» más allá de exigir a los futuros consejeros que acaten los estatutos y den las explicaciones oportunas de sus decisiones. «Esto no puede ser el cortijo de quien ocupe estos puestos», apostilla el secretario.

Por su parte, según ha podido saber este periódico, los anteriores consejeros han lamentado la dureza de la reacción del arzobispado, ante el que nada parece haber pesado la dedicación de «más de 40 años» de su presidente al Círculo «por amor a la Iglesia».