El Correo de Burgos

El ingenio ‘motorizado’

Varios estudiantes de la UBU participan en una competición internacional llamada Motostudent, en la que tienen que fabricar un prototipo de moto de competición en modalidad gasolina o eléctrica

Los equipos junto al prototipo de moto realizado para la pasada edición de Motostudent.-RAÚL G. OCHOA

Los equipos junto al prototipo de moto realizado para la pasada edición de Motostudent.-RAÚL G. OCHOA

Publicado por
VALERIA CIMADEVILLA
Burgos

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Uno de los alicientes que tiene Motostudent es la oportunidad de unir un hobby como el motociclismo con la profesión que en un futuro puedan ejercer 17 alumnos de la UBU, estudiantes de ingeniería electrónica y de mecánica, la mayoría del último curso. La Fundación Moto Engineering Foundation y TechnoPark Motorland, lleva promoviendo esta competición desde hace 4 años, cuyo fin no es sólo la fabricación de una moto, sino que los participantes jueguen también el papel de una firma de motos, creando a su vez un modelo empresarial de su prototipo.

En esta edición son 35 universidades de todo el mundo las que participan, de las cuales 20 son españolas, siendo la de Burgos la única de Castilla y León que lleva dos equipos, en las modalidades de gasolina y eléctrica.

Pablo Vélez, líder del grupo de moto eléctrica, repite, junto a otro compañero, por segundo año consecutivo. «El año pasado quedamos terceros, todo un orgullo». De hecho, su prototipo está expuesto en la empresa burgalesa Desmasa, su patrocinador principal, y se ha llevado a eventos benéficos, como Motodown Burgos. «Hemos decidido intentar dar continuidad al equipo y desarrollar otro prototipo». Añade que, además, ha sido casualidad que desde la Universidad se hayan apuntado dos equipos, el suyo y el de la modalidad de moto de gasolina. «No somos competencia, tenemos necesidades distintas. Y como no participamos en la misma carrera, sí que nos ayudamos», apunta Pablo.

Para Alejandro Cabia, responsable del equipo de moto de gasolina y un apasionado de la automoción, es la primera vez que se presenta a Motostudent. Tanto él, como algún otro compañero, lo van a aprovechar para hacer el trabajo de final de grado.

En esta competición se exige un proyecto con innovación. En el caso de la moto eléctrica, el grupo de Pablo van a utilizar el acero para fabricar el chasis y el basculante. «Vamos a intentar hacer una versión mejorada del prototipo que tenemos, que sea más ligero». Por eso considera que este es un proyecto también «con una responsabilidad social importante», que motiva a los estudiantes a crear.

El equipo de Alejandro ha apostado por el uso de celdas peltier alrededor del tubo de escape para aprovechar el calor residual. Es decir, liberar al alternador y que no trabaje, aprovechando energía del motor térmico. «Así ahorras gasolina y estás aprovechando energía que en un principio se iba a tirar».

Ambos tienen que elaborar su proyecto empresarial, calculando el coste total de las piezas y trabajos que necesitan para terminar sus prototipos. Al mismo tiempo deben de acudir a empresas para conseguir ayuda a través de patrocinios o de facilidades en la producción, si por su actividad industrial fuera posible. «Sin la ayuda de las empresas este proyecto no sería posible» incide Pablo.

Desde que se cerraron los equipos definitivamente en diciembre del 2015, la organización les pide que cumplan una serie de hitos cada cierto tiempo, entre 15 días y un mes, para no quedarse estancados.

Ambos grupos han finalizado la fase de diseño del chasis y del basculante y ahora tienen que empezar a fabricar y montar.

Las últimas pruebas se realizarán en octubre, donde se trasladarán al Circuito de Motor Land en Aragón. Durante 4 días tendrán que presentar el proyecto técnico y sus motos deberán pasar unas verificaciones técnicas ante el tribunal de la competición. También desarrollarán pruebas dinámicas de los prototipos, probándose por el circuito para ver que todo funciona bien. Por último se hará una carrera final. Todo puntúa y hasta ese mismo momento no se sabrá quién es el ganador.

Aunque reconocen que es duro y que hay que trabajar mucho, recomiendan a otros alumnos que participen sin dudarlo. «Al final del todo ves que todo el esfuerzo se ha convertido en algo real y compensa todo el trabajo», asegura Pablo.

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