Velocidad y curvas imposibles solo con la fuerza de la inercia

Construir un coche sin motor y lanzarlo cuesta abajo no es una tarea sencilla. Y ya no sólo se trata de fabricarlo y que funcione, sino que el conductor sepa manejarlo de la mejor forma. La ladera del Castillo volvió a ser el escenario de un improvisado circuito de carreras de coches de inercia, en el que se pudo ver talento y creatividad unido al desafío propio de una competición.

Organizado por organizado por la empresa Hiperbaric y el Center for Innovation and Talent development (CITD), en colaboración con la Dirección Provincial de Educación de Burgos, la empresa Desmasa y la Universidad Isabel I, la III edición de Hiperbaric-Challenge, reunió a 57 coches de toda España.

Un total de 11 equipos de estudiantes de Secundaria has probado sus creaciones que tanto trabajo les ha llevado conseguir. No en vano tuvieron que pasar el primer hito del desafío educativo, presentando un plan de viabilidad que les dio el pase para la carrera, y en el que se ponía a prueba sus habilidades técnicas, organizativas y de comunicación.

Además, la prueba de este año puntúa para la Copa de España de la Federación de Deportes de Inercia. Andrés Hernando, gerente de Hiperbaric afirmó que el fin es que los jóvenes «vean que las cosas no se compran en internet sin más, sino que hay que hacerlas».

Durante la mañana los participantes se han ido disputando las diferentes mangas de entrenamiento para conocer el circuito.

A partir de las 15.30 la bandera de salida se alzó para dar comienzo a la carrera oficial desde la puerta principal del Castillo hasta Capitanía.

En el recorrido, lleno de rampas y curvas, la media que podían alcanzar los vehículos osciló entre los 50 y 60 kilómetros por hora. Para ello los pilotos tuvieron que usar de su destreza para no perder la inercia.