El Correo de Burgos

DOÑA SOFÍA EN ATAPUERCA

Y la reina emérita entró en Cueva Mayor

Sin un baño de masas que la recibiera, la monarca pasó el día entregada a su pasión por la arqueología / Incluso se animó a excavar en Galería y Gran Dolina / Repuso fuerzas con unas alubias de Ibeas

Doña Sofía posó dentro de Cueva Mayor con los codirectores de los yacimientos.-S. SANTAMARÍA / F. ATAPUERCA

Doña Sofía posó dentro de Cueva Mayor con los codirectores de los yacimientos.-S. SANTAMARÍA / F. ATAPUERCA

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L.B. / BURGOS
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A escasos minutos de la hora acordada solo Araceli rondaba por la puerta de la sede de la Fundación Atapuerca. A ella se sumó al filo de las 10.30 Catalina. Ambas son vecinas del edificio en cuestión y no dudaban en asomarse para ver de cerca a la reina emérita, otra vez. En esta ocasión solo los reporteros gráficos y el personal de seguridad mediaban entre las solitarias espectadoras y la soberana, que llegó puntual a su cita. Catalina la miraba con devoción. «Qué maja es», comentaba sonriente, como quien habla de una prima cercana. Y allí se quedaba, para no perder el sitio. Parecía barruntar que la salida de la reunión, rumbo a la sierra, iba a estar más acompañada. Y así fue, a las dos ‘madrugadoras’ se sumaban una hora después otro puñado -pequeño, eso sí- de curiosos. Ni valla hizo falta para contenerlos.

Arribó doña Sofía con la sonrisa dibujada en el rostro. Cabía suponer que encantada con el plan de una jornada en la que, tras el solemne ‘trámite’ del patronato, iba a entregarse a su pasión confesa por la arqueología. «La novedad es que al fin podrá conocer la Cueva Mayor. Es un lugar muy importante, es donde empezó este proyecto y sabemos que siempre ha tenido interés por visitarlo», explicaba antes de su llegada el codirector de los yacimientos, José María Bermúdez de Castro, mientras los patronos ocupaban sus puestos.

No faltó nadie: el alcalde de Burgos, Javier Lacalle; el portavoz socialista, Daniel de la Rosa; el nuevo rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos, el secretario de la Fundación Atapuerca, José María Rodríguez Ponga; el presidente de la Diputación, César Rico; el delegado territorial de la Junta, Baudilio Fernández-Mardomingo; y los primeros ediles de Atapuerca e Ibeas de Juarros, Raquel Torrientes y Jesús Lorenzo, entre otros, lucían sus mejores galas para la ocasión. Fueron no obstante el presidente de la Fundación Atapuerca, Antonio Miguel Méndez Pozo, José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell los que ejercieron de anfitriones.

Culminada la reunión, doña Sofía cambió su traje pantalón ‘beige’ con fular a juego y sandalias con cuña de esparto por un modelo más cómodo para caminar por el campo: americana vaquera y pantalón de rayas grises. Se disponía así a iniciar un recorrido que la llevó a adentrarse en la Trinchera del Ferrocarril, «empezando por Gran Dolina y Galería», espacios donde tuvo la oportunidad de excavar como ya lo hiciera su hijo, «y siguiendo por la Covacha de los Zarpazos para terminar en la Sima del Elefante» antes de acceder a Cueva Mayor.

Tras reponer fuerzas con unas alubias de Ibeas, como toca cuando uno recorre la zona, en el restaurante Los Claveles, la reina –de nuevo ataviada como llegó- remató su visita en el laboratorio de campaña situado en Arlanzón, «donde pudo observar cómo se limpian, se consolidan y se identifican los fósiles extraídos»."QUIERO EXCAVAR"

La reina Sofía demostró ayer en los yacimientos de Atapuerca que la arqueología es mucho más que un hobby, una auténtica pasión. Una de las primeras frases que enunció la reina emérita al llegar a los internacionales yacimientos y enfundarse el traje de faena fue: «Yo quiero excavar». Así comenzó una jornada de campo a pie de los principales yacimientos de Atapuerca en los que la madre de Felipe VI sumó a la lista de hallazgos uno con sello propio al encontrar un hueso de origen animal en Gran Dolina.

Si hay unas palabras que ayer repitieron los codirectores de Atapuerca fueron las relacionadas con el agradecimiento por la visita de la monarca que «hoy (por ayer) ha demostrado lo que siente por Atapuerca». Una jornada que «habría repetido muchos más días si fuera más joven», según indicó a los responsables de los yacimientos.

Excavadora desde los cinco años y conocedora de la prehistoria, la madre de Felipe VI cumplió uno de sus sueños a sus 78 años cuando los codirectores le pasaron un destornillador para comenzar a excavar. Y vaya si lo hizo. Con ímpetu y maña, sacó los restos óseo de lo que «pueden ser los restos de un caballo de la época». Así lo explicó el responsable de Gran Dolina, José María Bermúdez de Castro.

Tras dejar Gran Dolina y acompañada del resto de componentes del equipo, la «comitiva real» se trasladó hasta Cueva Mayor para contemplar una imagen que, con seguridad, guardará en el recuerdo. La inmensidad del Portalón, donde la monarca sufrió un resbalón que, sin embargo, no le hizo detenerse en su intento de conocer el lugar en el que pudieron vivir los neandertales de Atapuerca.

«Bajábamos hacia el Portalón y yo recordaba esas comitivas de siglos pasados cuando los reyes bajaban a conocer las cuevas», evocó Bermúdez de Castro, mientras que Eudald Carbonell indicó que en este punto su majestad pudo «asombrarse» con cientos de estalactitas que hay en este lugar. «Quería bajar hasta donde bajó su hijo cuando vino de visita en 1997 cuando era Príncipe de Asturias», añadió. Y lo hizo. Otro deseo cumplido.

Por la tarde, la monarca emérita se desplazó hasta la localidad de Arlanzón, situada a 6 km de Ibeas de Juarros, para conocer el laboratorio de campaña en el que día a día se depositan los fósiles y restos hallados en la presente campaña.

Si en los yacimientos doña Sofía se encontró sorpresas, también lo hizo en esta parte de la visita debido a que la zona de laboratorio se encuentra en la Granja Escuela de Arlanzón donde burros, patos y cabras son parte del escenario natural de lo que doña Sofía definió como «el paraíso».

Tras conocer uno a uno los improvisados laboratorios en los que se clasifican y almacenan los fósiles, antes de proceder a su estudio, la monarca dejó tiempo en su apretada agenda para conocer a los pobladores animales del lugar. Fue el pequeño Manuel, un niño de apenas 9 años, quien ilustró a su majestad en el recorrido explicándole el nombre de cada uno de los burros y las cabras que habitan en la granja, informa Ical.

Farruquito, Sevilla y Gitana también recibieron los mimos de la Reina que no dudó en imitar a Manuel y dar de comer a las cabras al tiempo que los monitores explicaban a la monarca que «muchos niños llegan hasta aquí sin saber de dónde proceden los huevos ni de dónde salen», lo que causó el asombro de doña Sofía.

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