TROTABURGOS / Cardeñadijo
Gozosa, sabrosa y saludable escapada
El patrimonio natural, histórico, artístico y gastronómico hacen de esta localidad del alfoz burgalés un destino perfecto en cualquier momento del año con cada vez mejores instalaciones deportivas y un programa cultural continuo
Cinco kilómetros separan al urbanita burgalés de una suerte de paraíso. Paso a paso, por el capitalino paseo de los Pisones, el camino desemboca en Cardeñadijo. Un pequeño pueblo que presume de patrimonio histórico, artístico, natural y gastronómico al que se suman unas cada vez mayores y mejores instalaciones deportivas y una oferta cultural constante durante el año.
La leyenda persigue a esta localidad desde su nombre. Cuentan que Rodrigo Díaz de Vivar en su camino del destierro al pasar por ella se quejó furibundo de los cardos que atestaban aquella vereda y dijo ‘¡cuánta cardeña hay!’.Y entre esa cardeña que llamó la atención del caballero medieval, el visitante de la actualidad se topa con un oasis verde, un vergel a tiro de piedra de la vorágine de la ciudad. Destaca el lugar de esparcimiento para niños y mayores en el centro del pueblo, pero también la Vía Verde que une el municipio con Burgos y llega hasta Cojóbar. Un bonito paseo para disfrutar de la naturaleza en su estado más puro a pie, caballo o bicicleta.A este patrimonio natural ideal para hacer ejercicio, se suma el reciente esfuerzo del Ayuntamiento por facilitar la práctica deportiva a los vecinos y a los visitantes.
Su alcaldesa, Mariela Grijalvo, destaca la cubierta de la pista de pádel, la mejora de los accesos, la habilitación de dos campos de fútbol 7 en las instalaciones ya existentes para el llamado deporte rey, el proyecto de construcción de una pista de skate o de colocación de una mesa de ping pong para los chavales.Se erige Cardeñadijo como pueblo inquieto y tanto su Consistorio como sus vecinos están volcados en tejer una programación cultural continua a lo largo del año con, por ejemplo, un coro formado por más de 70 personas que es el orgullo de todos.Estos desvelos se suman al legado histórico y artístico recibido por los siglos de los siglos. Basta con llegar a la plaza del pueblo, un ágora típica castellana, con su soportal vestido de vigas y pilares de madera y su pilón, fechado en el siglo XIX, para toparse con la primera muestra. Sobresalen igualmente la vetusta iglesia de San Martín, patrón del pueblo, que le honra el 11 de noviembre, o su ermita, de la que tan orgullosos están sus vecinos, inmersos estos días en la celebración de las fiestas del Carmen.La historia escribe un buen puñado de páginas en torno a Cardeñadijo, que se hace grande a la sombra de grandes monasterios de la provincia como el cercano San Pedro de Cardeña -aquí ya aparece un documento del siglo X en el que nombra al pueblo como Cardeña de Atilio-, uno desaparecido en el siglo XVII o XVIII del que aún hoy quedan fachadas de piedra de aquella época, y el Monasterio de Las Huelgas, que lo incluyó en el trazado del Camino de Santiago y lo convirtió en punto jacobeo.De hospitalidad saben mucho sus gentes. Las de ayer y las de hoy. Su rica gastronomía, con cinco mesones, que incluyen a Cardeñadijo en la llamada ruta de la morcilla, con esta y otros productos de la tierra, se erige como un gran atractivo para decidirse por hacer esa escapada al pueblo que, dicen, debe su nombre al que en buena hora nació.