El Correo de Burgos

TOROS

Jarocho: «Toda mi vida será un homenaje a Víctor Barrio»

El subalterno burgalés Roberto Martín ‘Jarocho’ que toreaba en la cuadrilla del diestro muerto en Teruel, recuerda la figura de su amigo, con quien entrenaban diariamente en Aranda de Duero

Víctor Barrio (dcha.) vestido de luces en Las Ventas el pasado 29 de mayo-P. A.

Víctor Barrio (dcha.) vestido de luces en Las Ventas el pasado 29 de mayo-P. A.

Publicado por
IÑIGO CRESPO
Burgos

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«Nunca olvidaré su alegría, su sonrisa, su vitalidad ni su ironía. Sólo Dios sabe lo que le voy a echar de menos. Entrenábamos juntos en un parque de Aranda desde hace años, allí soñábamos y éramos felices. Ahora, entrenaré yo solo». De este modo, con la voz entrecortada, Jarocho recuerda a Víctor Barrio. No consigue aparcar de su cabeza la tragedia vivida en Teruel hace apenas nueve días. Fue el primero en llegar con un capote a quitar el toro de encima a su amigo, el primero que salió envuelto en lágrimas de la enfermería. El primero. Maldita tarde. «Cuando llegamos estaba muerto», recuerda el torero de Huerta. «La cornada fue mortal y nos dimos cuenta todos pero nadie quisimos creerlo y nos agarramos al milagro de una reanimación en la enfermería», describe. «Lo he pensado mucho. Un golpe de aire, un extraño del toro. No sé. Y a estas alturas, lo mismo da. Víctor no está con nosotros. Es muy duro todo lo que hemos vivido toda esta semana, son momentos que jamás lograré quitarme de la cabeza».

No sólo Jarocho. Morenito de Aranda vivió también la tragedia de primera mano. Desolado el arandino. Ambos eran mucho más que amigos de Víctor Barrio, natural de Grajera, en tierras de Segovia, muy cerca de Aranda, dónde cada día se trasladaba a entrenar.

La cruel realidad de La Tauromaquia. El juego de vida y muerte. Esa macabra ruleta rusa de ilusiones. De luces y sombras. «Por la mañana habíamos estado juntos en el sorteo», explica Jarocho. «Víctor estuvo viendo la corrida, le gustaba el lote. Volvimos juntos al hotel, comió con toda la cuadrilla y luego pasó lo que pasó. Es muy cruel y muy duro», describe el subalterno de Huerta que al día siguiente no pudo torear en Pamplona como tenía previsto a las órdenes de Juan del Álamo. «Se jugaba mucho Juan del Álamo y mi mente estaba con la familia de Víctor. Preferí no torear, no hubiese sido justo hacer el paseíllo sin estar mentalmente preparado», explica.

Amigos, confidentes, soñadores. Siempre juntos. El carácter de Jarocho, tan prudente, le hace ser precavido y no tomar protagonismo ni en la alegría, ni en la tristeza. Eran inseparables. Juntos vivieron el triunfo de Valdemorillo de febrero de 2015 cuando pareció recobrar vuelo de nuevo la carrera de Víctor Barrio. Juntos infinidad de tardes, de viajes. «Siempre buscábamos mejorar, ser mejores toreros y mejores personas. De Víctor he aprendido muchas cosas, sobre todo a ver el lado positivo de las cosas, a soñar con un mejor futuro y a creer que lo bueno estaba siempre por llegar», apunta Jarocho, quien afirma que su amigo: «Era un amante del toro y de esta profesión, a la que respetó hasta las últimas consecuencias. Me cuesta hablar de él en pasado, porque sigo creyendo que todo esto es un mal sueño y que él sigue estando aquí con todos nosotros».

Solían entrenar en Aranda. «Cuando hacía bueno en un parque y cuando llovía o hacía frío en invierno, solíamos resguardarnos en una nave», explica Jarocho quien desde la jornada negra de Teruel hasta hoy se ha vestido de torero dos días más, el jueves en Lisboa a las órdenes de Juan del Álamo y ayer domingo en Saint Vicent de Tyrois con Morenito. «Toda mi vida y toda mi carrera será un homenaje a Víctor Barrio. Dentro y fuera de la plaza, trataré de homenajearle cada minuto y cada día. Nunca podré olvidarle porque fue un ejemplo y un referente», afirma el subalterno.

Su amistad nació y se cimentó por su amor al toro. Se conocieron cuando Víctor Barrio daba sus primeros pasos en la profesión y Jarocho era ya subalterno tras haber cambiado el oro por la plata. «Desde que empezó tenía muy buenas cualidades, tenía mucha personalidad y sorprendía al público por su facilidad para torear con el capote y su temple con la muleta», recuerda Jarocho, quien atraído por sus condiciones, anunció al segoviano en la feria de Huerta de Rey de 2009 y se alzó con el prestigioso Pino de Plata. Era octubre de 2009. Tres orejas para Víctor Barrio que entonces alternaba actuaciones con erales y utreros. «Dejó amigos en Huerta desde que vino a recoger el trofeo, era muy buena persona y se hacía querer», admite.

De matador de toros debutó en tierras burgalesas el 6 de octubre de 2013 en la plaza de Medina de Pomar. Estoqueó una corrida del burgalés Antonio Bañuelos, ganadero con el que tuvo también buena amistad, de hecho días antes de la fatídica tarde de Teruel, había visitado La Cabañuela para tentar. Cuatro orejas, cortó en Medina de Pomar, otra jornada donde dejó patente su personalidad y ese toreo tan solemne que cautivaba.

El destino le aguardaba el 9 de julio de 2016 en Teruel. La vida. La vitalidad y los sueños del artista vestido de héroe se esfumaron cuando la tarde languidecía, como las lágrimas de Morenito de Aranda y de Roberto Martín ‘Jarocho’. El toreo llora a Víctor Barrio. La tauromaquia burgalesa, también. «Jamás le olvidaremos», concluye Jarocho.

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