Corazón de Ribera y alma de vid

Poco mas de 200 habitante pueblan esta villa, corazón de la comarca burgalesa de la Ribera del Duero. No en vano viñedos se extienden por sus terrenos que producen un caldo excelente a gusto del mejor sibarita y que comparten espacio con el trigo o la cebada y con campos de lavanda y encinas truferas. Así, numerosas bodegas se acomodaron para albergar el vino que se producía, destacado en la actualidad «La Cerca», «La Beata» y «El Cura», entre otras. Unidas a ellas estaban los lagares, lugar donde se pisaba y prensaba la uva, que hoy se utilizan como merenderos.

Su nombre le viene de una charca que se encontraba en su actual Plaza Mayor, a la que rodeaba el césped. Desde 1.217 hasta 1.560 fue parte del convento de La Vid, año en el que se convirtió en villa con jurisdicción propia.

La arquitectura popular con las típicas construcciones de la comarca ribereña, se mezclan con su historia monumental.

Iglesias como la de San Miguel, templo construido sobre otro más pequeño y costeado por los lugareños de la época, en 1653, o la ermita de Nuestra Señora de la Nava, construida a principios del Siglo XVIII por Antonio García y Diego de Arce y en cuyo recinto se aprecia una bella imagen gótica de la Virgen de Nava. Precisamente en honor a esta virgen bailan sus famosos danzantes, en las fiestas que tienen lugar desde la víspera de San Antonio hasta el día de San Juan. Los mayordomos, el ‘zagarrón’, que dirige las danzas, y los ‘angelitos’, los niños más pequeños, acompañan a la carroza de Nuestra Señora de la Nava.

También útiles de años atrás se conservan para deleite del visitante. Ejemplo de ellos son las pozas o lavaderos, en los que se lavaba la ropa, cubiertos con un tejado para proteger a las lavanderas.