Notable triunfo de Antonio Bañuelos en la plaza de Las Ventas

Antonio Bañuelos lidió en Madrid y dejó huella y frente a la que abrió la Puerta Grande el sevillano Javier Jiménez. Gran corrida del ganadero burgalés con cinco ejemplares ovacionados en el arrastre y el balance final de haber lidiado el mejor encierro del verano en Las Ventas. Importante compromiso para el ganadero burgalés que lo saldó con nota. Corrida muy bien presentada. Encierro de bella lámina, cuajado, serio, bien armado pero bien hecho. Se sintieron las buenas hechuras y el trabajo de fondo que esta desarrollando Bañuelos para lograr lo que ayer se vio en Madrid: equilibrar hechuras y seriedad con buenos tipos. Toros con carácter, personalidad y plaza. La mayor virtud del encierro fue su clase, su movilidad y su carácter. Laureles para Bañuelos en la plaza de Madrid.

La corrida de Bañuelos tuvo variada policromía. Negros todos con excepción de un ejemplar castaño. No fue un encierro pesador a pesar de su hueso y su esqueleto. Caras bien puestas, con cuello, elasticidad para emplearse y entregarse por abajo. Cinqueña la corrida entera.

La nota predominante de la corrida fue su nobleza y su calidad. Amplio depósito de noble estilo, de fijeza en las acometidas, de pulmón para tirar hacia adelante con buena condición. Nota para Bañuelos en ese aspecto. Cierto, que el sexteto no tuvo uniformidad de comportamiento pero la buena condición, su nobleza y esa bondad de querer constantemente tomar las telas, fue síntoma inequívoco de buena clase y calidad.

Tres toreros jóvenes en pista, destacando Javier Jiménez y David Galván. El sevillano –mermado aún por la voltereta tan tremenda que sufrió en San Fermín- dejó muestras de su firmeza y su versatilidad, abriendo la Puerta Grande tras cortar una oreja a cada uno de sus ejemplares. Dimensión del de Espartinas. Y el gaditano, sin puntuar, demostró su arte. Galván puso en pista su sentido del clasicismo y del ritmo, de la expresión más pura del estilismo. Confirmó alternativa el manchego Emilio Huertas que tuvo una actuación de mas tesón que brillo.

ARAUZO DE MIEL

La localidad de la sierra burgalesa ha celebrado durante este fin de semana su feria de novilladas y como viene siendo habitual han resultado un éxito, una toma de contacto con la realidad novilleril. Dos buenas novilladas, de Algarra y El Capea, y cuatro novilleros que han dado lo mejor de sí mismos, frente a un público que ha vuelto a demostrar la tradición taurina de toda la comarca de Pinares y su afición. Dos jornadas buenas de toros en las que las espadas emborronaron notables actuaciones de los novilleros anunciados.

El sábado se celebró una novillada de Algarra para Jaime Casas, de la Escuela Taurina de Cuenca y el francés adscrito a la Escuela de Nimes, El Rafi. Zarpazo del francés que cortó cuatro orejas y un trofeo para el manchego.

Mientras que ayer domingo se jugó un encierro El Capea –donde también se lidiaron erales del otro hierro de la casa, Carmen Lorenzo- para el extremeño Alejandro Mora y el sevillano Rodrigo Molina. Ambos tocaron pelo y dejaron impronta. Mora se llevó dos trofeos, uno de cada ejemplar y un apéndice cortó Molina se una buena novillada, en la que destacó la clase y el fondo.