El Correo de Burgos

Los trastornos alimentarios ingresan 50 casos graves al año

La media de personas de primera consulta se mantiene estable, con un centenar anual / Las revisiones superan los 2.000 pacientes en 2015

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VALERIA CIMADEVILLA
Burgos

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En el año 2015 la Unidad Regional de Trastornos Alimenticios (URTA) ingresó a 46 afectados por un trastorno de la conducta alimentaria, de los cuales 30 procedían de Burgos. Asimismo, 39 fueron mujeres frente a 7 varones, superándolos en número con bastante diferencia. Por otra parte, 91 personas realizaron una primera consulta por este motivo y 2.100 se encontraban en seguimiento. Son los últimos datos facilitados por esta unidad, en los que se desprende que la edad mayoritaria de personas que acuden a la atención primaria se comprende entre los 18 y 30 años, con 61 casos, siendo 19 afectados mayores de 30 años. Estas cifras se han mantenido en los últimos años, con una media de los 50 ingresos graves y 100 primeras consultas anuales. «Son relativamente novedosos en la patología humana y se han incrementado especialmente en la década de los 80 y 90, aunque en el momento actual el número de casos esta más estabilizado», apunta Jesús de la Gándara, jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos.

La URTA lleva en funcionamiento 10 años y comprende dos áreas, una concreta para Burgos y otra de ámbito regional, que incluye una unidad de hospitalización con seis camas específicas, separadas del resto, en la que se derivan los casos más graves de toda Castilla y León desde los diferente servicios de psiquiatría. «A nivel local tenemos tanto pacientes ingresados como pacientes que llegan de consulta externa, como de psicología, psiquiatría y de enfermería», indica De la Gándara. Está apoyado con un programa también específico de la conducta alimentaria que se hace en el hospital de día Divino Vallés, que cuenta con psiquiatras, trabajadores sociales y la coordinación de los demás profesionales implicados.

Como explica De La Gándara, los trastornos de la alimentación son un grupo de patologías cuyo eje central, desde el punto de vista sintomático, es la conducta alimentaria, pero que engloba muchas otras causas y consecuencias. «Están en el patrón de comportamiento y en la autopercepción de la propia imagen», incide el psiquiatra. A eso hay que añadir la complejidad del tratamiento y la tendencia a la cronificación. Entre las causas que expone el responsable del Servicio de Psiquiatría del HUBU se encuentran las de índole biológico, social y químico. «La familia es el eje de todo y entorno a ella hay otras cuestiones genéticas y hereditarias y otras que son más aprendidas». En este sentido, el ambiente social juega un papel importante en cómo influye en el paciente, aunque en realidad es un catalizador, según De La Gándara, más que un causante. «El ambiente social es el mediatizador de algunos comportamientos patológicos que se expresan de una manera determinada». Aún así, insiste en que después de muchos años, «por ver a las modelos o la televisión nadie enferma». «Además de tener problemas con la autoimagen, hay que unirlo a cuestiones genéticas y de personalidad, entre otras».

Desde que el trastorno alimentario se inicia hasta que se detecta puede pasar fácilmente hasta un año. Por eso, cuando la familia empiece a notar algún comportamiento inadecuado relacionado con la comida y a la estética, el doctor recomienda no dejarlo pasar y acudir rápidamente a algún profesional. «Más vale prevenir, sobre todo cuando hay personas que inician comportamientos extraños después de haber hecho dietas».

Dentro de las patologías de la alimentación hay un grupo enorme, pero las más habituales son las anorexias y las bulimias. Hay otros trastornos inespecíficos que se asocian con otras patologías, como depresiones, trastornos en la personalidad o del control de los impulsos. También esta el síndrome del atracón, o la pica, bastante más atípico, y que consiste en ingerir sustancias no nutritivas, como piedras o papel. En otras ocasiones enfermedades mentales muy graves tienen síntomas específicos con la conducta alimentaria.

La duración del tratamiento de pende del caso, pero lo normal es que sea entre uno y tres años. Luego hay mucha tendencia a la cronicidad y a las recaídas. La terapia que reciben es bastante compleja y aúna tres pilares: el psicoterapéutico, el farmacológico y el dietético.

De La Gándara asegura que la inmensa mayoría se recupera con éxito, siendo menos del 10% los casos muy graves. «Siempre le pedimos a la familia paciencia, y con uno o tres años de seguimiento se recuperan y se resuelven», finaliza.

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